Jean-François Fogel
Leo Adolfo Suárez y el bienio prodigioso de Manuel Ortiz (Editorial Planeta). Es un libro extraño. Por una parte, una especie de cronología comentada de los dos años en que se realiza la parte fundamental de la transición institucional del franquismo a la democracia. Y, por otra, una serie de testimonios de ex colaboradores del presidente del gobierno: Rafael Ansón, Andrés Cassinello, Eduardo Navarro, etc.
Claro que se trata de una lectura en que uno va pensando en la historia política de lo que ocurrió hace treinta años en España. Cuando leí Historia de Carmen de Ana Romero, de la misma editorial Planeta, leía algo que se parecía más a un mito griego. Carmen Ruiz Moragas era Jefa de Gabinete de Adolfo Suárez (del Gabinete Técnico del Presidente, dice Ortiz) pero para mí leer su biografía era comprobar la historia trágica tal como se contaba en Madrid. Hija ilegítima de Ramón Serrano Súñer con la marquesa de Llanzol, había iniciado una relación amorosa con su medio hermano Ramón Serrano Súñer y Polo cuando se enteró de que se trataba, tal como lo cuentan la canciones baratas, de un “amor imposible”. Nadie puede leer esta historia sin sentir un cariño obvio hacia Carmen.
Ella aparece en el libro de Ortiz, asumiendo el papel clave de intermediaria entre el Presidente y el líder comunista Santiago Carrillo. No sé si los jóvenes pueden entender matices de esta época: por ejemplo, Suárez está de acuerdo en que los comunistas participen en las elecciones si no utilizan sus símbolos tradicionales, la hoz y el martillo; otro ejemplo: se reúne una cumbre eurocomunista en Madrid aunque el partido comunista español no tiene existencia legal.
La historia de la transición es trastornada, imposible, pero, al final, demuestra la confianza mutua entre sus protagonistas. Lo insoportable cuando se trata de los protagonistas de hoy es que han perdido aquella base común, compartida, que da vida a una democracia. Hasta tal punto que parece imposible entender lo que ocurrió entre ex adversarios para alinear las instituciones sobre una sociedad ya renovada. Es lo que me molesta del libro de Ortiz. Que sea una historia escrita de la derecha no importa: la transición honra a la derecha democrática que la hizo. Pero no puedo entender cómo se sospecha un misterio detrás del atentado contra Carrero Blanco, otro misterio detrás de las entradas y salidas de Suárez de la vida política, un misterio más detrás de la muerte de Fernando Herrero Tejedor en un accidente de tráfico.
La palabra que utiliza Manuel Ortiz es “extraño”. Pero no hay nada extraño en la necesaria concordia de adversarios al reconocer unos hechos básicos para que funcione una democracia. Es romper de manera irresponsable el hilo de la historia el concluir con unas frases como “La guerra civil que quedó pendiente con el asesinato de Carrero es la guerra que evitó la Transición. Ahora ya no podemos estar seguros de nada…”. Reacciono así en un blog que se dedica a la literatura porque me parece que la crispación en la vida política española empieza con una voluntad de reescribir la historia, de considerar como “extraña” la que fue una ambición, compartida por todos, de cambiar las cosas.
Dos apartes: uno para decir, a pesar de lo anterior, que vale la pena leer a Manuel Ortiz; dos, nunca había notado que la palabra “bienio” no tiene traducción al francés (“espacio de dos años” dice el diccionario).