Jean-François Fogel
Debemos suponer que el próximo martes, el presidente Hugo Chávez va a recibir de la Asamblea Nacional venezolana «poderes especiales para legislar» con el claro propósito de acelerar la transición de Venezuela hacia el socialismo. Durante un año y medio podrá actuar en diez áreas que abarcan toda la actividad administrativa, social y económica de su país. Las inquietudes o las ilusiones provocadas por el proceso corresponden a las opiniones de cada uno sobre Chávez. Es un militar, ha dado un papel muy importante a unos trescientos militares que compiten con organizaciones de civiles para el acceso al poder y a posibilidades de enriquecimiento. Es una obvia competencia, más allá del proceso político, para mejorar sus recursos entre quienes apoyen a Chávez.
Basta leer el sitio pro-chavista Aporrea para comprobarlo. No existe una visión política compartida entre los seguidores del comandante. Hay criterios distintos, odio, recelo, venganza, sincera aspiración, tremenda ingenuidad entre las opiniones expresadas. Pero no se dice nada de lo que ocurre detrás del telón de las instituciones. Cuando se adivina la realidad económica del sistema en un texto, la nota no se queda mucho en la portada. Por ejemplo, cuando se dice que a pesar de los recursos sacados del petróleo, no hay azúcar en muchas partes del país, lo que permite todo tipo de corrupción y enriquecimiento tanto en los almacenes libres como en los mercales del poder que, se supone, venden azúcar a precio subvencionado. Esto es lo que quiero resaltar: hablar de socialismo del siglo XXI es una cosa, pero el mundo donde ese socialismo tiene que crecer es harina de otro costal.
Ayer, leí en el Nuevo Herald de Miami una buenísima nota de Gerardo Reyes sobre Farid Feris Domínguez, un narcotraficante colombiano detenido hace unos meses en Venezuela. Sé lo que me van a decir los lectores de El Boomeran(g): se trata de un señor detenido, que podría ser extradito a EE UU y que busca un arreglo con la DEA y la justicia norteamericana. Está bien, puede ser, pero vale la pena leer lo que cuenta de su vida como narcotraficante en Venezuela y sus relaciones con las autoridades. En otra época de mi vida, como reportero, he oído cuentos como este. Puede tener pequeñas mentiras, cambios de nombres o de apellidos pero en el fondo es algo verosímil, hasta realista. Es un retrato parcial pero real de Venezuela. Y que nadie venga a decirme que por fin el narco fue detenido. Esto confirma mi doble teoría:
1. Se va a construir el socialismo con una Administración que no tiene ni idea de lo que es una ética.
2. El sistema legal no funciona debido a la corrupción, pero tampoco la corrupción ofrece un sistema confiable a los que pagan.
Una pregunta: ¿quién va a escribir la novela de Farid Feris Domínguez? Su relato es una novela de las que cuentan la vida diaria de un capo.