Jean-François Fogel
Apasionante el artículo de Alberto Fuguet en The Washington Post. Es un artículo escrito en inglés, lo que no corresponde a las costumbres de su autor. En Chile, siempre se dice que Fuguet es un novelista norteamericano. Fuguet no comparte esta opinión. Se dice, se reivindica como autor chileno. Y niega ser un bilingüe a pesar de poner muchos posts en inglés en su blog.
Fuguet es un caso de esquizofrenia: tiene un lado gringo y un lado chileno. Le va mejor el lado chileno por ser una conquista suya pues su primer idioma fue el inglés de California. Hoy habla del inglés como de un “paraíso perdido”, lo que es una mentira. Un paraíso perdido es perdido para siempre. Fuguet tiene la posibilidad de volver a su paraíso. Al revés, me parece de una gran franqueza reconocer que su idioma de escritor no es un idioma puro. La lengua del escritor es la lengua que se utiliza para hacer trampas, mentir, callar y sobrevalorar.
Mas allá, hay varias omisiones en el testimonio de Fuguet:
1. Fuguet no dice lo obvio: habla un tercer idioma, pues conoce muy bien el lenguaje del cine. Aun más: intenta utilizar este idioma en los libros, como en Cortos, su libro de “collage”, estimulante y decepcionante a la vez.
2. Fuguet no trata la pregunta clave: ¿cuáles son las calidades de cada idioma en el momento de transmitir algo al lector? El castellano tiene todavía una dimensión retórica, una cara de idioma de hidalgos anacrónico a pesar de los esfuerzos de Juan Rulfo, Juan Carlos Onetti, Gabriel García Márquez o Roberto Bolaño (cada uno, a su manera, y con un éxito distinto, consiguió romper el molde de la retórica fabricado en la vieja Castilla).
3. Fuguet no es un escritor gringo tipo “escritores chicanos”. No me imagino su presencia en un blog como La Bloga. La cultura del spanglish es una miseria; dentro de una generación será un yacimiento de invenciones, por el momento me parece un pozo sin fondo. No hay nada peor que los escritores confundidos entre dos idiomas, dos culturas, dos aproximaciones a sí mismo y una falta de identidad.
4. Último punto: estoy celoso. Fuguet tiene gran talento para vivir en dos culturas sin detenerse nunca en la frontera.