Jean-François Fogel
Mi contestador telefónico se llenó ayer por la noche. Llamadas desde el Caribe, sobre todo desde Venezuela, donde corrió el rumor de la muerte de Fidel Castro. “Ya se murió pero tapan la noticia para preparar a la población” me anunciaba una amiga. No es la primera vez que una ola de llamadas y noticias da por muerto al líder cubano. En marzo de este año la noticia recorrió todo el continente, desde Argentina hasta Cuba, y provocó un desmentido de la prensa cubana. Hoy leo en la edición para suscriptores de El Nacional de Caracas que la noticia “congestionó teléfonos de la cancillería”.
Llamar a un periodista ubicado en París para comprobar lo que ocurrió en Cuba dice mucho sobre la transparencia de la información en la isla. Ahora bien, no voy a huir de las preguntas sobre esta información. Doy la respuesta: Fidel se murió, sí, pero su muerte todavía esta en el papeleo; en Cuba, con la burocracia, todo se demora”. Hablando en serio, más allá de este chiste famoso, solo hay una noticia comprobada, por el momento: el cumpleaños de Fidel será en agosto. Ochenta años.
Ya podemos adivinar lo que provocará una fecha redonda, perfecta: ochenta. En francés, se dice quatre-vingt: cuatro veces veinte años. Decirlo es una manera terrible de recordar que uno ya es viejo. Aún más viejo en una isla que desmiente cada día la huida del tiempo. No soy de los que esperan la noticia de la muerte de Fidel Castro Ruiz para brindar con champaña. El dictador cubano destruyó a su isla, sí, pero la ineludible noticia de su muerte no va a reconstruir nada.
La verdad es que cada uno tiene sus ilusiones y las mías no tienen que ver con un muro sino con una crónica que acabo de descubrir. Lectura atrasada. Y gran ilusión. Es un texto de Alejandro Armengol en el Herald de Miami. Anuncia que Miriam Gómez, la viuda de Guillermo Cabrera Infante, prepara la edición póstuma de tres libros del escritor cubano que quedaron inéditos: La ninfa inconstante, Cuerpos divinos y Mapa hecho por un espía.
Si hablamos de Cuba, de lo que hubo, de lo que hay y de lo que habrá, podemos dar una noticia que no es rumor, ni apuesta: sobrevive la obra de Cabrera Infante, el infante nunca difunto.