Jean-François Fogel
Anticipando el ineludible debate sobre el ganador del premio Nobel quisiera proponer a todos una página de análisis del premio ubicada en el mismo sitio del premio. Es una página en inglés que enuncia de manera transparente los criterios del premio. Evolucionaron a lo largo del tiempo. Al atribuir el galardón, el jurado buscaba:
– Un autor que promueva un idealismo muy conservador (hasta la Primera Guerra Mundial)
– Un autor compatible con una política de neutralidad (durante la Primera Guerra Mundial)
– Un estilista (años 20)
– Un artista con una obra de interés universal (años 30)
– Un pionero (después de la Segunda Guerra Mundial)
– Un maestro desconocido (a partir del fin de los años 70)
– Una muestra de la literatura mundial (es decir, de una literatura que hable al mundo entero)
Queda por comprobar si el ganador del año 2008 se conforma con esta visión.
No voy a esconderme. A pedido de un diario tuve que decir cuál habría sido mi voto si fuese parte del jurado. Mi respuesta:
El premio Nobel no se entrega por mérito literario sino por una suma de criterios que tiene que ver con la influencia comercial, la imagen política del autor, las ofertas de traducciones de su obra al inglés y al sueco, la imagen que busca el jurado de sí mismo y, por fin, sí, el mérito literario. Para mí, fueron sumamente importantes los premios entregados a Joseph Brodksy y V. S. Naipaul por la voluntad de estos autores de dar un poder a la investigación de la condición humana en la literatura. No hay, en mi opinión, otros autores cuya designación me parezca imprescindible. Entonces quedan dos opciones en la búsqueda de un posible ganador. Utilizar el premio para mantener una visión clásica de la calidad literaria, lo que nos hace pensar en Claudio Magris, portavoz de la vieja cultura europea. O, más bien, elegir a Haruki Murakami por su talento en crear nexos entre una muy buena literatura y la cultura popular y urbana. Es una alternativa entre Homero y los Sopranos, ¿Nuestra alternativa? Cada vez que podamos ir hacia nuestra biblioteca o prender el televisor optemos por comer algo y pensarlo después. En otros términos: tengo una larga lista de autores que se merecían un Nobel. Proust, Fitzgerald, Onetti, Cabrera Infante, etc.