Jean-François Fogel
Lectura casual. Encuentro en mi biblioteca Less than One (Menos que uno), el libro de ensayos de Joseph Brodsky. Tengo la edición de bolsillo de Farrar, Straus y Giroux, de 1986, comprada en Australia. No la puedo tocar sin recordar el susto de placer deslumbrado que me provocó la lectura del retrato de lo que se llamaba todavía Leningrado. Abro el libro sin pensarlo. Página 113; principio del texto sobre la tiranía (“On Tiranny”).
Escribe Brodsky (traducido por mí del inglés): “La enfermedad y la muerte son, quizás, las únicas cosas que un tirano tiene en común con sus súbditos. Es solo en este aspecto que una nación aprovecha el hecho de ser regida por un hombre viejo. No quiere decir que la conciencia de su propia mortalidad lo hace más ilustrado o más blando sino que el tiempo gastado por el tirano para evaluar su metabolismo es un tiempo robado a los asuntos del Estado…”.
El premio nobel explica entonces que la tranquilidad en los asuntos internos y externos tiene que ver con la enfermedad de los primeros secretarios de partidos o de los presidentes de por vida. Aún mas, Brodsky afirma que esta enfermedad siempre garantiza el status quo pues “… un hombre en su posición no hace diferencia alguna entre el presente, la historia y la eternidad que la propaganda del Estado fusiona en una misma cosa tanto para su conveniencia como para la de su población. Se agarra al poder como un viejito lo hace con su pensión o su ahorro”.
Claro que el texto de Brodsky es el pie de las cuatro fotografías que publicó ayer domingo el periódico Juventud rebelde para demostrar que el líder cubano está vivo.
Se podría ironizar mucho sobre el hecho de que el cumpleaños ochenta de Fidel se celebre con la publicación de estas imágenes en Juventud rebelde (diario que sale solo el domingo en Cuba). Pero vale mucho más concentrarse en la fotografía de Fidel Castro enseñando una página de la edición de Granma del día anterior. En América Latina se conoce muy bien este tipo de documento. Son las fotografías que los secuestradores suelen hacer para demostrar que su rehén no ha muerto. En el caso del líder cubano no se sabe muy bien si el secuestrador es el poder y muestra al pobre Fidel, su víctima, o si es el propio secuestrador que, en un uso revertido del testimonio gráfico, sale en la fotografía y dice que bajo ningún precio, salvo la muerte, soltará al poder, su rehén desde hace casi medio siglo.