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El MUNDIAL

Por 12 de junio de 2006 Sin comentarios

Jean-François Fogel

Hablé una vez, una sola vez con el escritor Álvaro Mutis. Era en su casa de México donde, supongo, vive todavía. Me acuerdo muy bien de la pared cubierta de «Editions de la Pléiade» en su biblioteca. Mutis había leído toda la obra de Balzac en francés. Así me lo dijo y su conversación, tanto como el desgaste de los libros, confirmaban aquella lectura que han hecho pocos franceses (por supuesto, no me incluyo entre ellos). El escritor Paul Morand cuenta en una entrevista que para escribir una introducción tuvo que leer o releer con lápiz en la mano, no a todo Balzac pero sí las novelas de la Comedia Humana: leyendo ocho horas diarias, le costó tres meses de trabajo. Pero no es Balzac quien vuelve a mi mente al hablar de Mutis sino lo que me dijo el novelista colombiano hace veinte años.

Sé que aquella conversación tuvo lugar hace veinte años pues en esos días empezaba el Mundial de Fútbol en México. Era el año 1986 y Mutis había hecho unas declaraciones estupendas al diario La Jornada. Acababa de enterarse con una enorme sorpresa que se prescindía de la utilización de una raqueta para jugar al fútbol. Y para asombro de todo el país frente a su desconocimiento de este deporte acababa de proponer una medida para mejorar el espectáculo: castigar al capitán del equipo vencido, con la pena de muerte, implementada en la misma cancha de su derrota. De dos cosas una, parecía decir Mutis: o el fútbol es una cosa seria que tiene derecho a invadir nuestras vidas tal como lo hace y vamos hasta las últimas consecuencias, o no hay que aburrirnos con detalles sobre el estado físico de unas personas cuya única ocupación es correr detrás de una pelota, una actividad casual para niños.

En estos días, en Francia, me siento muy próximo a Mutis: me interesan más las aventuras de Maqroll el Gaviero que lo que pueda hacer Zinedine Zidane en un césped alemán. La verdad es que sobran Zidanes en Francia. Escribo su apellido con una «s» pues está en todas partes. Hace promoción para un sin fin de productos y su rostro (sumamente hermoso con su mirada de paz indestructible) aparece en todas las revistas de deporte, lo que me parece lógico, pero también en todos los canales de televisión y en las revistas más extrañas como las de coches, pesca, cultura, las femeninas y hasta en la revista Psychologies.

«Exclusivo: Zidane en el sofá» promete la portada. Claro que para mí un cóctel de Freud con Zidane en un tratamiento periodístico barato es el colmo de la confusión moderna, que pretende entregar la intimidad de figuras que existen solamente a través de su dimensión mediática. Voy a esperar al último partido del mundial para acercarme a un kiosco (ya compré la revista Transfuge, que se dedica a la literatura extranjera). Lo escribo como advertencia: hypocrite lecteur, -mon semblable-, mon frère, este blog es el peor lugar para saber cómo los franceses reaccionan a los altos y bajos de una selección de jugadores multimillonarios. En su gran mayoría son negros cuyos ingresos ayudan a negar la existencia del racismo en Francia. Al llevar una camiseta azul con un gallo en el pecho confunden un poco más a un pueblo ya confundido por los motines que ocurrieron en los suburbios franceses donde viven los inmigrantes. No se debe confundir el fútbol con la vida. Y tampoco con la literatura: la contribución del fútbol a la literatura sigue siendo muy limitada. Rastreando mi memoria de lector encuentro dos cosas: unos cuentos de un ex futbolista argentino, Jorge Valdano, y una preciosa novela de Peter Handke: La angustia del portero ante el penalti. Al principio del libro el portero se va de la cancha y nunca vuelve. Quizás, es lo mejor del libro: ver un jugador renunciar al fútbol.

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Jean-François Fogel

Jean-François Fogel Periodista y ensayista francés, trabajó para la Agencia France-Presse, el diario Libération, el semanal Le Point y el mensual Le Magazine Littéraire. Ha vivido una parte de su vida en España donde empezó una segunda carrera como asesor para empresas de prensa. Fue asesor del director del diario Le Monde, desde 1994 a 2002, y sigue trabajando en la concepción y la remodelación continua del sitio Internet creado por el vespertino. Es maestro y presidente del Consejo Rector de la Fundación Gabo. Ha publicado varios libros sobre literatura francesa y sobre América Latina, entre los que destaca  un ensayo sobre el periodismo digital, Una prensa sin Gutenberg (Punto de Lectura, 2007).

En 2010 se dedicó a renovar los seis sitios de los diarios del grupo francés SudOuest, donde continua siendo asesor de la estrategia digital. En los últimos años, se encargó de la creación de una plataforma de información digital para el grupo France Televisions, una de las tres más importantes de Francia. Asesora a varios medios en Europa y América Latina tanto en la concepción de sitios, como en la organización de la producción digital. Es director del Executive Master of Media Management, del Instituto de Estudios Políticos de Paris (Sciences Po).

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