Jean-François Fogel
Aimé Césaire, el poeta martiniqueño va a tener "funerales nacionales" en su ciudad de Fort de France. Su muerte, a los 94 años, era esperada desde hace varios días y provocó ayer, jueves, en Francia un caudal de declaraciones con poco llanto. Más bien eran declaraciones para dar un pésame ineludible. Césaire era un poeta pero más bien un gran político, alcalde de su ciudad durante 56 años. Su mera presencia bastaba para recordar los crímenes de la colonización francesa.
Con su cara dura y seria Césaire era el inventor de una palabra negritude, que no sé cómo traducir al castellano, pues "negritud" me parece que se queda corta. En inglés, sería niggerhood, una mezcla del sustantivo de mayor desprecio para nombrar a un hombre negro y de una terminación noble. El resultado era una palabra para decir soy negro y con tremendo orgullo. La palabra fue inventada en el año 1947; aparece en un texto ahora recopilado por todos. Cesaira contaba el retorno a su isla después de una larga estancia en París. El texto, y sobre todo la palabra, hizo de Césaire un líder de la emancipación dentro de lo que eran las colonias francesas. Conseguir funerales nacionales (con presencia del presidente y representación de las grandes instituciones de la república) es un tremendo reconocimiento pero, de verdad, me parece que es una manera de saludar a un luchador de la dignidad humana más que a un poeta.
Lo que escribo no es políticamente correcto pero es verdad: el gran poeta francés del Caribe es un blanco, Saint-John Perse (Alexis Saint-Léger Léger), nacido en Guadalupe y que consiguió el Premio Nobel en 1960. Desde el punto de vista de la literatura, las islas francesas produjeron grandes talentos, como Patrick Chamoiseau, con una última novela respetable Texaco, pero la parte francesa no se puede comparar con los talentos nacidos en los West Indies: V.S. Naipaul, Derek Walcott, dos premios nobeles, y figuras como Jean Rhys o Wilson Harris. Aimé Césaire era un poeta de combate. Gran poeta, por supuesto, pero sus versos apuntaban a un blanco (en ambos sentidos de la palabra) político.