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Un deseo llamado Deneuve

Por 17 de mayo de 2010 Sin comentarios

Javier Rioyo

 

No recuerdo mujer más conturbadora que la joven Catherine Deneuve en "Tristana". Su belleza pálida, su aspecto recatado, una inocencia elegante y provinciana que se convierte en otra cosa. De repente el erotismo, la picardía, la provocación de la belleza en un cuerpo dañado. Se acaba de hacer un homenaje a Buñuel en Cannes recordando esa película, una de sus grandes obras, una historia de Galdos, muy española y buñuelesca. Un personaje que fascino a Hitchcock. La mirada de Tristana, la pierna, su cuello, sus amores y sus rencores, los pechos que nunca vimos mostrados desde ese balcón, las calles de Toledo o el encuentro con la tumba del cardenal Tavera.

Catherine Deneuve, la actriz de la que ya estábamos enamorados desde "Los paraguas de Cherburgo". El erotismo, no lejos de Sade, no de Masoch, en otra película de Buñuel, "Belle de jour". O en aquella de Polanski, "Repulsión". La Deneuve, tan arrogante, tan fría por fuera, tan misteriosa en cualquier exterior.

Musa de su generación, hermosa de la "nouvelle vague", sirena de mares por los que nunca hemos podido navegar, bella y soberbia, nunca olvidaremos que por ella, por estar mirando una foto suya escondida en un libro de literatura, nos expulsaron al pasillo. Nos interesaban más los deseos imposibles con Catherine que las obras de Gracian.

El azar hizo que nuestra vida se encontrara profesionalmente con Buñuel. Antes, en nuestros 16 0 17 años, en una mañana de fugas, nos tropezamos con don Luis por las calles de Alcalá de Henares. El estaba buscando localizaciones para "Tristana", nosotros- mi amigo Pepe Ganga y yo- estábamos de novillos. Hablamos con Buñuel, nos firmo un autógrafo, nos dedico un libro y nos anuncio que "Tristana" seria Catherine Deneuve. Se sorprendió que aquellos dos jóvenes conocieran a la hermosa francesa. Y mucho más que conociéramos al viejo maestro, al mejor director de cine de nuestra historia, que todavía vivía entre el exilio y la desconfianza del franquismo.

Llevo varios días volviendo al recuerdo de los amores juveniles con la Deneuve, en una pared de mi cuarto de trabajo, lleva años mirándome el cartel francés de "Tristana". Mi mira dulcemente, en esa foto azul que no encuentro. Además de su mirada se dice: "la plus belle creation de Catherine Deneuve". Pasaron años, pasaron películas y creaciones, ninguna como esa Tristana.

No podría hacer mi autobiografía sin ella. Lo dejo, me escapo con otras imágenes, esas que me recuerda el admirado Félix de Azua en su "autobiografía sin vida". Una manera de salir de ese icono que es Catherine Deneuve.  

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Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

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