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Un año sin Ángel

Por 13 de enero de 2009 Sin comentarios

Eder. Óleo de Irene Gracia

Javier Rioyo

Ayer, día doce de Enero, se cumplió un año sin Ángel González. Qué raro. La ciudad no es mejor, ni la noche, ni algunos bares, ni muchos rincones y desde luego las reuniones de amigos, esas también son peores. Era flaco, más silencioso que charlatán, no ocupaba mucho espacio y sin embargo nos llenaba de alegría su presencia. Era bueno para la vida, para la amistad, la celebración y el deseo de burlar lo áspero del mundo.

La noche de su muerte, en compañía de Chus Visor, lo visité en su hospital, en su último refugio. Estaba con Susana, su mujer, se sentía recuperado, animado, con ganas de fugarse, de leer, escribir, beber, fumar, hasta con ganas de hablar. Nos fuimos contentos. Brindamos porque estábamos convencidos que en unos días volveríamos a nuestras noches con Ángel. Nos engañó. No era verdad que no fuera nada grave. Nos dejó colgados esa madrugada.

Y nos dejó esos poemas de despedida, tan emocionantes, que llamó para ironizar hasta el final: "Nada grave". Ahora nos siguen llegando trozos de su vida contada en poemas. Ese libro de una colección tan querida como la de Poesía en la Residencia, con su voz, sus explicaciones, sus toses y el recuerdo de sus lecturas. Tan cercano, tan serio y, de repente, con esa sonrisa de complicidades. Todo es un poco más áspero sin él. Y seguimos nuestro viaje. Menos mal que podemos hacerlo con sus poemas. Ahora una selección de sus mejores poemas que acaba de terminar Susana Rivera se regalará en los autobuses que tantas veces le llevaron de Madrid a Asturias.

Yo hice con él, con Susana, con amigos, el último viaje. El poeta viajaba en cenizas, todavía parecía estar con nosotros. Apenas lloramos. Estábamos convencidos que prefería nuestras sonrisas. Nunca dejarse ganar por lo lúgubre. Bueno, y hasta luego con uno de sus poemas.

Muerte en el olvido

Yo sé que existo
porque tú me imaginas.
Soy alto porque tú me crees
alto, y limpio porque tú me miras
con buenos ojos,
con mirada limpia.
Tu pensamiento me hace
inteligente, y en tu sencilla,
ternura, yo soy también sencillo
y bondadoso.

Pero si tú me olvidas
quedaré muerto sin que nadie
lo sepa. Verán viva
mi carne, pero será otro hombre
-oscuro, torpe, malo- el que la habita…"

[ADELANTO EN PDF]

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Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

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