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TINTÍN EN EL CONGO

Por 17 de julio de 2007 Sin comentarios

Javier Rioyo

Los británicos no han sido muy “tintinófilos”. Ellos con su propia historia, sus propias historietas, sus propios escritores se sienten autosuficientes. Cierto es que algunas de las mejores invenciones narrativas del siglo vienen de esas islas. Pero en el mundo del cómic, en el mundo contado con dibujos y textos, ahí no han llegado a la eficacia, la vigencia, la universalidad de ese amigo, ese héroe tan cercano, llamado Tintín.

Hubo otros, pero algunos crecimos como personas, como lectores con ese chico que nunca cambió. No se hizo viejo, no hizo familia y no murió. Pero tampoco conoció placeres que la vida ofrece con sus contradicciones. Ahora una comisión británica, la Comisión para la Igualdad Racial (CRE) indica que una de las historias de Tintín es inaceptable por racista, incorrecta y no apta para los lectores menores.

Ciertamente esta historia, la segunda que creó Hergé de la serie de Tintín, es de las más “colonizadas” por las ideas y la política de la época. Ser belga, más o menos conservador -aunque eso sería otra larga cuestión- y publicar en los primeros años 30 una historia africana, no te libra de todas las miserias de una de las más vergonzantes historias de la colonización africana. No es excusa. También Billy Wilder se escapó de los nazis en aquellos excesivos años. Pero, ¿prohibir ahora una historia de Tintín por no ser políticamente correcta?… Yo creo que se difunden estos míseros comportamientos, estas estrechas miradas censoras en nombre de lo políticamente correcto, para despertar en nosotros la sorpresa. O quizá sea algo mucho más sibilinamente diseñado por los mercaderes de Tintín. Se dice que el aumento de ventas de la historieta Tintín en el Congo se ha disparado desde que suenan las voces críticas, las amenazas de prohibición. Ley seca contra un Tintín, ley mojada de ventas dentro o fuera de mercado.

El caso es que yo entro al trapo de la historia, al juego de publicitar Tintín contra los censores. Quizá lo haga porque me dieron ganas de volver a leer a Tintín en el Congo. Yo lo conservo, no de mi primera lectura que fue en la querida biblioteca pública de Alcalá de Henares, sino de cuando ya veinteañero pude comprarme la serie completa de mi mayor héroe de la infancia. Los conservo como las adolescentes que conservan sus peluches al lado de los posters de Sabina o de los preservativos. Los conservo como algo que me hace volver a ese mundo convulso de la adolescencia. Y me gusta. Me hace disfrutar ya con mis años y mis lecturas. Incluso alguno más endeble como este inicial del Congo, está lleno de información del pensamiento de la época y esa es una manera de leer consciente que no hicimos de adolescentes. Es posible que se instalaran en nosotros algunas maneras de ver a los “negritos” de África. Algo que, por cierto, también hacía el “TBO” con aquel explorador que no recuerdo el nombre. O lo hacía la canción del Cola Cao, pero esa es otra música.

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Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

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