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Ser bueno, ser malo

Por 31 de marzo de 2008 Sin comentarios

Javier Rioyo

/upload/fotos/blogs_entradas/juan_ramn_jimnez_med.jpgCada día me interesa más Juan Ramón Jiménez. Ahora otra vez vigente por un libro- que todavía no conozco- en el que se cuentan las zancadillas oficiales, el silencio de muchos y la ayuda de pocos para conseguir su Nobel. Una historia de hace 52 años, de la vida en el franquismo, pero revelador de las cobardías, las maldades, las envidias y, también de los pocos buenos y valientes. Lo leeré, lo comentaremos. Pero hoy el Juan Ramón que me es cercano, querido es de los aforismos. Los tengo cerca, los abro al azar y siempre encuentro "intelijencia" como diría el Nobel. Encuentro reflexiones de vida que son atemporales. Y confesiones sobre su persona que sirven para conocer lo mucho que nos distancia- talento aparte- y lo imposible que hubiera sido ser amigos. No hubiéramos sido admitidos por él.

Me hubiese encantado conocerlo pero al hacer confesión de sus gustos ya pone difícil el encuentro: "no fumo, no bebo vino, odio el café y los toros, la relijión y el militarismo, el acordeón y la pena de muerte. Vivo únicamente por y para la Belleza. Amo el orden en lo esterior, la inquietud  en el espíritu".

Y el caso es que si quitamos el vino, el café, los toros- cada vez menos- y  eso de escribir la Belleza con mayúscula, no me siento lejos de sus otros valores. Bueno, el acordeón me gusta para acompañar a la canción francesa. Y amo el bandoneón. El orden "esterior" me gustaría pero estoy lejos. La inquietud interior, esa sí, esa siempre va conmigo. Así como el odio a la relijión -me gusta escribirlo a su manera- el militarismo y la pena de muerte me hacen sentirme su semejante. El tabaco me acompañó una vida y ahora lo tengo aparcado. En fin, que soy más o menos un ser en las antípodas de mi admirado Juan Ramón Jiménez y, sin embargo, lo siento tan cercano.

Le agradezco a Andrés Trapiello el regalo de esa edición de los aforismos de Juan Ramón -en la editorial La Veleta- y prometo que otro día hablaremos de sus pasos perdidos. Esos diarios en que parece darse esa dualidad juanramoniana: "un día parece que el ideal de la vida consiste en ser bueno; otro en ser malo". Yo también tengo esas veleidades. Aunque, también como el maestro: "a veces me hago el malo para que ellos no tengan tanto remordimiento". Eso en los días en que soy más bueno.  

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Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

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