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NOS FALTA FE

Por 7 de diciembre de 2006 Sin comentarios

Javier Rioyo

Me gustan las iglesias. También las ermitas, los oratorios y hasta las cuevas donde alguien creyó ver una aparición. Como no soy creyente, gracias a Dios, me puedo permitir estas suaves entregas a la fe de mis mayores. Pero como no consigo tener la humildad de mi admirado Juan de la Cruz (san), y como las covachas y las celdas me parecen elegantes y hermosos espacios -sobre todo cuando nos ponemos zen y yo tengo la funesta manía de pensarme occidental y judeo cristiano pero de una manera ritual, atávica, mistificadora y nada verdadera, sincera o ciega- no ciega mis ojos, ni mis pensamientos ninguna religión. Ni ninguna ausencia de religión. Y sin embargo me encantan las catedrales. Las grandiosas, las que tuvieron poder, las que fueron y ya no son lo que fueron. Las catedrales del poder. También me gustaban algunas del poder de los fieles, o del pueblo -como esa tan recuperada para la moda de las visitas históricas, la segunda catedral de Barcelona, Santa María del Mar, que cada día ve crecer su fama y su negocio por culpa de ese best seller catedralicio de cuyo nombre no quiero acordarme. No pienso visitar más esa catedral popular. No ha sido capaz de generar una buena literatura.

Todo lo contrario que la catedral de Burgos. Creo que con Oscar Esquivias hemos encontrado el mejor de nuestros escritores con catedral de fondo. Las novelas de Esquivias son mucho más, pero a los que les gusten las catedrales, aunque no tengan fe, les recomiendo las dos novelas de Esquivias: Inquietud en el paraíso y La ciudad del Gran Rey. Es el mejor de nuestros jóvenes escritores y sus novelas son mucho más que una recuperación novelada de nuestra historia, de nuestra guerra, sus novelas son un paseo dantesco, un viaje a alguna parte de una ciudad con una gran catedral. Burgos, realidad y metáfora en una obra que hay que conocer si todavía no lo han hecho.

Después de leer a Esquivias me han entrado unas ganas locas de volver a Burgos, visitar su catedral y buscar el camino al Purgatorio. No me merezco el cielo. Y el infierno es demasiada diversión para mi cuerpo. Qué pena que me falte el alma. Qué pena no tener fe. Una vez la tuve. Pero pronto me di cuenta que de las catedrales me importaban más las formas que el fondo. Aun así sigo visitando esos poderosos lugares donde una vez habitó el misterio.

Si alguno pasa por Guadalajara, México, y quiere ver una de las catedrales más excéntricas y con menos misterio -una especie de enorme templo con un aspecto exterior parecido a una tarta de celebración de los “quince años” y por dentro un escenario ideal para Freddy Mercury, algo entre el kitsch y la estética del glam rock-, que no deje de acudir al templo de una nueva religión que llaman “Catedral de la luz del mundo”. Se levantó con el dinero de muchos pobres incautos para negocio de unos pocos. Como la historia de todas las catedrales. Y me voy con mis rezos a otra parte que estoy de puente entre la no tan santa Constitución y la más que dudosa Inmaculada.

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Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

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