Javier Rioyo
Hay un viento ligero en Alicante. Estoy cruzando lecturas de Enrique Vila-Matas con otras de las que hablaré. Siempre que leo a Vila-Matas tengo ganas de leer otras cosas, Gombrowicz, Walser, Beckett… y siempre me dan ganas de salir de casa, de moverme por la ciudad con tranquilidad. En muchos paseos acabo tropezando con una librería de viejo. Un viento ligero me lleva hasta ellas. Aquí se llama "Raíces", muy entretenida y con algunas sorpresas. Estoy tranquilo y contento. Es el momento de desplegar los pequeños tesoros de libros rescatados de esa cueva dónde me estaban esperando.
Después vuelvo a Vila-Matas, su último libro, El viento ligero en Parma, me recuerda que hubo un tiempo que me sentí muy cercano a Kafka. Había cosas en mi vida que me acercaban a Kafka. Hace tiempo que se muy bien que no soy Kafka, aunque quiera mucho a una Milena. Que nunca seré Kafka. Entre otras cosas porque el domingo votaré. No me imagino a Kafka preocupado con ese pequeño ejercicio de ilusión democrática. No lo imagino votando. Kafka es aquél de sus diarios, el que en agosto de 1914 escribía: "Hoy Alemania ha declarado la guerra a Rusia. Por la tarde fui a nadar"
No soy Kafka. Yo, por la tarde iré a votar.