Javier Rioyo
Hace tiempo tengo esta novela esperando la lectura. Hoy comenzaré en el AVE, uno de los mejores espacios para leer viajando. Al menos un buen lugar si los vecinos no se empeñan en contar su vida poco interesante por el móvil. ¿Por qué siempre cuentan cosas banales esos que tan alto hablan? Buen salón móvil de lecturas siempre que no te encuentres a algún amigo o conocido que pretenda charlar. Si no tengo suerte me haré el arisco. Un buen libro es lo mejor que te puede pasar en un viaje, excepto que se siente a tu lado una mujer interesante, y además hermosa. Soy de esa especie de hombres que sí amaba, y sigue amando a las mujeres. La novela de Stieg Larsson, una de las sorpresas literarias de los últimos años, se que trata de otra muchas cosas, pero también está presente esa lacra tan vieja e incomprensible, el maltrato de sexo. No me gusta decir de género. Para mí el género es el humano.
Esas zonas oscuras del ser humano que algunos artistas, escritores, cineastas- vayan a ver Funny Games, si se atreven- han sabido ponernos delante de nosotros como espejo de nuestro lado monstruoso. El maltratador está entre nosotros. Es un ser deleznable pero se enmascara en una persona normal. Leeré éste primer volumen de la trilogía Milennium, sin olvidarme que la realidad, que algunas realidades, a veces se parecen a una obra tan notable como me aseguran que es ésta novela.
Me he acordado, aunque nada tiene que ver, de Alberto Méndez, el autor de Los girasoles ciegos que no llegó a saber de su enorme éxito. Lo mismo pasó con Sieg Larsson, murió repentinamente cuando había entregado el tercer tomo de la trilogía. Y antes de ver publicado el primero. La vida, como la muerte, no entiende de justicia. Siguen vivos tantos infames de esos "que no amaban a las mujeres". Porca miseria. Me refugiaré en las canciones que ésta noche quiera cantarnos Tom Waits. No todo está mal.