Javier Rioyo
Me gustan las listas. Me gustan esas arbitrarias selecciones de las cien mejores películas, las novelas imprescindibles del siglo, los quinientos mejores poemas o las diez mejores rubias de la historia del cine. Acaba de aparecer una lista en la mítica revista Rolling Stone, en la edición española, sobre las doscientas mejores canciones del pop-rock español. Han votado más de ciento cincuenta músicos españoles. Desde algunos de los clásicos del pop hasta los más nuevos entre los grupos más jóvenes e indies de la música española. Me han sorprendido algunas canciones -incluso la ganadora- y me han molestado lo mal colocadas que están algunas de las que más me han gustado en mi vida de roquero y popero a la española.
La primera, otra vez, la inevitable canción emblema de Serrat, Mediterráneo. Considerada por casi todos la mejor canción de la música popular española y a mí siempre me pareció un tanto previsible, bonita, sí, pero acercándose a lo empalagoso y un tanto cursi. De Joan Manuel me gustan otras mucho más, desde Canco de matinada, Paraules d’amor, Conillet de vellut o las de Machado, Miguel Hernández o De vez en cuando la vida.
Después, Chica de ayer de Antonio Vega, Black is black de Los Bravos, Camarón, Los Canarios, Burning –¿Qué hace una chica como tú…?-, Radio Futura, Parálisis Permanente (?) y Paco de Lucía completan los diez primeros.
Los más representados entre los doscientos elegidos son Radio Futura, Kiko Veneno y Alaska. Seguidos por Serrat, Rosendo, Sabina, Manolo García, Antonio Vega, Andrés Calamaro, Los Brincos y Jaime Urrutia. Y la década más representada es la de los ochenta, a bastante distancia de los setenta.
Está claro que yo estaba en otro lado, en otra música sin haber dejado de estar en esta. Sí, yo también pasé de los Brincos a los Bravos, de Los Canarios a Burning o de Kiko Veneno a Sabina, pero no hubiera votado ni en ese orden ni esas canciones.
Una lista de las mejores doscientas canciones y no tiene ni una del primer roquero español, Silvio. El maravilloso y maldito Silvio que se atrevió a cantar en rock a San Juan de la Cruz, el bebedor de anís y fumador de todo, que fue capaz de hacer otra canción roquera nombrando todas las vírgenes de Sevilla.
Una lista sin presencia de Javier Krahe, padre y madre de todas las criaturas interesantes que por aquí han sido desde los años setenta. Una lista sin apenas representación de Albert Plá o de Sisa- apenas una canción en un rincón oscuro de la lista- y sin Kiko Pí de la Serra, sin Raimon, sin Mikel Laboa. Una lista con un solo tema de Lluis Llach. Una lista sin Paco Ibáñez. Y, para ir terminando con alguna de las ausencias que más me molestan, una lista sin Chicho Sánchez Ferlosio no es mi lista. Es más bien tonta. Aunque no llegue a ser estúpida porque al menos, en lugar muy atrasado, en el 173, tiene una de las últimas canciones que mejor definen nuestro pop, ese himno de Astrud llamado Todo nos parece una mierda.
Me voy a tomar en serio el asunto y haré mi lista. Por lo menos los veinte primeros. Pero otro día.