Javier Rioyo
Fin de Feria del Libro. Ayer domingo volví por esos pasos. Comprobé que las colas siguen en su sitio, es decir al lado de algunos de nuestros "clásicos". Y con la incorporación de sorpresas de la temporada. Nada muy nuevo bajo el sol y la sombra. Algunas veces coinciden las ventas con los méritos pero no es necesario.
No desprecio las colas, ni los que firman muchos libros. Nunca lo haría porque recuerdo las colas de antaño para que Cortázar nos pusiera eso tan original de "afectuosamente" o cosas por el estilo. No importa, guardo sus libros firmados como si de verdad nos hubiera unido algo más que unos segundos en aquella Feria. O esos minutos de unos años después en el Hotel Palace.
Reconozco a los mitómanos. Son mis hermanos, mis semejantes. Ya no hago colas. Tengo relaciones cercanas con muchos escritores y, la mayoría de las veces, sin solicitarlo me envían sus libros dedicados. Me alegro porque dedicados valen más en el mercado de los libros de viejo. Eso me lo enseñó mi amigo, el añorado crítico, el querido maestro, el cercano de tantas comidas y bebidas, Rafael Conte. Me encontré en algunos puestos de Moyano que en vida de Rafael estaban circulando algunos libros que le habían dedicado con cariño. Le quitó importancia. Y me aseguró que ya no arrancaba la dedicatoria porque así lo valoraban más los buscadores y los libreros. De momento no venderé los libros que un día me dedicó. Sobre todo porque su dedicatoria es mucho más cariñosa y cercana que la de Cortázar.
Por la Feria del Retiro no desfilan los bibliofrénicos salvo rarezas. Los que por allí pasean son familias que compran antes una bolsa de chuches a sus hijos que un libro, pero algunos caen en las tentaciones y se acercan a ver esos animales domesticados que firman al lado de la vieja Casa de Fieras. La lista de las ventas de la Feria da una buena aproximación a las banalidades que se leen de manera mayoritaria. Aunque siempre se cuelen algunos libros de mérito.
Para los bibliómanos, para los que soportan la pasión desatada por los libros, les recomiendo el leve paseo por libros, bibliotecas y lectores que escribió Joaquín Rodríguez y que pone prólogo el profesor Fernando Rodríguez de la Flor- que luego me dicen que no doy datos- en la pequeña e interesante editorial "Melusina". Una delicia llamada "Bibliofrenia".
Si ampliamos el público lector yo aconsejo el libro que más he comprado y regalado en estos días de Feria. La minuciosa biografía, la apasionante historia de esa mujer en fuga que fue Carmen Laforet. Escrita por Anna Caballé e Israel Rolón, es un paseo por los exteriores e interiores de una de las más interesantes escritoras de nuestro siglo veinte. Es también un paseo por la España de la cultura, el periodismo, los premios, los editores, las grandezas y mezquindades, las sexualidades y represiones de nuestra clase burguesa y sus conocimientos y lagunas culturales. Una apasionante lectura sobre los españoles, sus demonios, sus dioses, desde la vida contada de una mujer de tantos silencios. Está en RBA y se lee como la novela de una vida.