Javier Rioyo
"El noventa por ciento de la gente de mi generación nació gracias a una botella de whisky un sábado por la noche y sin la menor intención de tener un hijo…La verdad es que nunca fui un hijo deseado" Eso lo dijo John Lennon.
Un día cómo hoy, nueve de Enero de 1940, más o menos a éstas horas tempranas de la noche, un sábado como hoy, en un barrio de Liverpool, en una casa de trabajadores en la calle Newcastle Road, 9. Eran los últimos días de unas vacaciones navideñas de su padre, Alf Lennon: camarero auxiliar en el trasatlántico, "Duchess of York", buen bailarín, dotado para el cante, para los bares, las diversiones y con ingenio punzante que heredaría su hijo, John. Ya estaba casado con la que había sido su amiga, novia y muy parecida en carácter, la graciosa pelirroja Julia Stanley, buena bailarina, bebedora y la más animada de todas las fiestas. Eran de parecidos entornos, de similares barrios y de gustos muy parecidos. Una simpática pareja de veinteañeros, con trabajo incierto, con futuro dudoso y con presente lleno de problemas. El navegando muchos meses al año, ella intentando no aburrirse en la espera. No tenían casa propia y tenían que soportar una convivencia problemática en casa del padre de Julia, su marido, Alf, les parecía uno de las peores elecciones que podía haber hecho su hija Julia.
Después de meses en el mar, en esas vacaciones de los primeros días del duro año cuarenta, la joven pareja tuvo unas horas de tranquilidad en la casa de los Stanley. Habían bebido e hicieron el amor en el suelo de la cocina. Fue su único hijo. Alf se embarcó, ella se quedó embarazada de John. Pocos años después, después de que Alf siguiera navegando meses fuera de Liverpool, Julia tuvo otro embarazo. No podía ser de su marido. Se terminó la convivencia de los padres de un niño llamado John.
Hoy, setenta años después de su gestación, brindo por uno de los tipos que más me han interesado en mi vida de mitómano. Y también en las otras vidas. Todo esto lo sabemos por esa biografía que alguna vez ya he citado, ese minucioso trabajo de ingleses. Concretamente del inglés Philip Norman.
¿Nos interesa saber cómo, dónde y por qué nos gestaron? Seamos deseados o no. Seamos buscados, esperados, protegidos, mimados y muy queridos, todos somos producto de un azar. No todos, creo, necesariamente de una noche de sábado, whisky y guerra. Algunos llegamos en la paz ominosa del franquismo. A cada uno nuestra guerra interior.