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La Cruz madrileña de Almodóvar

Por 2 de marzo de 2009 Sin comentarios

Eder. Óleo de Irene Gracia

Javier Rioyo

La he visto en Abrazos rotos, en Chicas y maletas y La concejala antropófaga, tres almodóvares en uno al borde de estreno. La he visto en las calles de Madrid, ese pueblo nuestro cercano a Alcobendas. La he visto nocturna, desnuda, vestida, peinada, Sabrina, Holly Golightly, Audrey Hepburn, Gene Tierney y ella misma. La plebeya sofisticada, la actriz capaz de hacer bueno, sacar oro y Oscar donde apenas había guión o dirección aunque se firmara con el nombre de otro que también se llamaba Woody Allen. He visto a Penélope de verdad, no a la Pe de Mérimée. Madrileña, sin Vicky, sin Cristina y sin Barcelona. La he visto en brazos, cabeza y alma de Almodóvar. Su cuarta vez. Su mayor protagonismo, ¿su imposible segundo Oscar? Dentro de unos días, además de llenar vallas publicitarias de no sé cuántas glamurosas tentaciones, la chica que llegó del barrio será mucho más que la actriz de Allen, que la primera oscarizada española, será una chica Almodóvar. Algo que desean desde Kate Wintsley, sí, por favor, hasta Jeanne Moreau, más sí, por favor.

A cada uno su propia Cruz. Desde que hiciera aquella chica de la maleta y carretera en la película de Bigas Luna, acosada por Javier Bardem y deseada hasta por el toro de Osborne, hemos seguido a Penélope por muchas épocas, muchas tierras, algunos hombres y algunos alegres amigos. La hemos admirado, nos hemos olvidado de sus banales películas que iban serpenteando su carrera a un lugar tan solitario como la cumbre del universo en Hollywood. Un lugar donde tantos españoles de su profesión, y de otros oficios del cine, quisieron hacer carrera en los convulsos años treinta y muy pocos lo consiguieron.

Hay que tener mucho tesón, algo de suerte, ser de Málaga y llamarse Antonio Banderas para conquistar ese oeste. Otra manera: ser manchego, llamarse Pedro, dejarse querer, asomarse por aquellos bulevares, ganarse algún Oscar y volver al barrio. Volver a Madrid, su pueblo manchego.

No ha sido Pedro Almodóvar el primer manchego que ha triunfado en Hollywood. Hubo otros. El primero, un actor de reparto de apasionante vida y películas para el olvido. Se llamó Romualdo Tirado, llegó a la Meca del cine cuando todavía era silente, después de sobrevivir las hambrunas españolas, la guerra de Cuba, la revolución mexicana y la vida dura de un cómico de la legua. Desde su primera película en Hollywood, dirigida por Xavier Cugat -uno de los dos catalanes universales preferidos por Marsé, la otra es Carmen Amaya-, hasta su muerte en los años sesenta no dejó de trabajar en el cine y en teatros de Los Ángeles. Nunca fue famoso, nunca tuvo la fortuna de volver a su pueblo, Quintanar de la Orden. Olvidado actor de reparto, manchego en Hollywood. También se puede vivir sin Oscar.

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Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

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