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Juan y otros egos

Por 28 de febrero de 2010 Sin comentarios

Javier Rioyo

 

Como un barco cansado. Majestuoso y terriblemente humano. Vanidoso y cercano. Comedor de arepas, bebedor de vinos, de cervezas, de whiskys. Todo un símbolo que se escucha en lo que los otros dicen. Un poeta escuchándose a sí mismo, con su memoria viva, nostálgico de la tinta verde y sentado en el lugar dónde una vez lo hizo Alexander von Humboldt. Neruda pisaba por segunda vez  la España franquista, que ya no era la España de su corazón, la primera vez fue en Barcelona para un paseo en compañía del pintor Pepe Caballero y de García Márquez. Ahora pisaba tierra Canaria para comer arepas y para hablar y beber entre amigos. Le esperaban Pérez Minik, Westerdahl, García Cabrera. Le había convencido un joven periodista de perilla y bloc, un simpático e insistente amante de sus versos, de su historia, llamado Juan Cruz.

Juan acaba de publicar un libro único. Nadie como él podría haber contado tantas cosas con tantas personas que nos importan, que hemos admirado, incluso con algunas que hace tiempo dejamos de admirar. Un libro admirable. El mejor "cotilleo cultural" para inmensas minorías, sin tener que levantar ninguna falda que se resista, ni bajar bragueta que no se deje. No creo que hay un periodista que haya visto tanto y, desde luego, ninguno que viva su oficio con tal intensidad desde hace tanto tiempo y sin bajar la curiosidad así que hayan pasado cuarenta años.

Tengo la suerte de ser amigo de Juan Cruz, y de seguir al escritor y al periodista desde que algunos estaban enamorados de la moda juvenil y nosotros no nos habíamos afeitado nuestras jóvenes barbas. Algunas escenas de sus "egos revueltos" las he vivido, otras las he conocido y muchas se me aparecen por primera vez. Por unas u otras razones me parece un libro sin desperdicio.

 Difícil elegir algunas historias en tantas vidas cruzadas. Recomiendo abrirlo por dónde queramos, no hay página en la que no encontremos algo o alguien que nos gusta. O que nos disgusta. Toda clase de egos van desfilando, incluidos los propios egos del autor, que también desayuna los suyos. Uno de los encuentros que prefiero lo tuvo con Francis Bacon. Ese enorme artista, tan complejo, tan impenetrable, tan difícil. Un encuentro que estuvo a punto de frustrarse en la galería Marlborough de Londres. La entrevista fue posible porque dos asmáticos sacaron su Ventolín como dos vaqueros sacan sus pistolas. Una afinidad que hizo hablar al genio silencioso de Bacon. Eso y el amor que el pintor estaba viviendo con un joven madrileño. Muy Bacon eso de sentarse en el único lugar incómodo de la muy agradable galería londinense.

Muchas noches nos encontraríamos con Bacon en Madrid, en esos tiempos en que "El Cock" era nuestro lugar de muchas noches. Un artista cercano y lejano que murió en Madrid. Juan también nos recuerda al pintor muerto en un hospital de Madrid y con un letrero pendiendo de su dedo gordo, desnudo y una identificación: Bacon.

Otro gran momento es el perfil de don Juan de Borbón descubierto en un cine porno de Piccadilly. Esa parte tan humana de éstos Borbones, quizá la misma afición de casi todos los Borbones. Una anécdota que estuvo a punto de robarle el gran contador de anécdotas, el mejor retratista de nuestros escritores, Manuel Vicent. Se recuerdan algunas historias con Vicent como gran ficcionador de la vida cotidiana. Con el mismo Vicent que sigue reuniéndose para escuchar, para intentar hablar, para hacerse un hueco de algún ego entre tantos egos revueltos. Y viajando con Vicent nos regala el mejor de los consejos para viajar. Llevar lo mínimo. Llevar simplemente "el equipaje de un hombre", dos o tres libros de bolsillo y pocas cosas más en una maleta zen. Una lección.

Gran libro de Juan Cruz que además de periodista, algunas veces ha sido un cómplice dispuesto para conseguir cosas tan peculiares como un dentista para John Berger, un oculista para Paul Bowles o unos fisioterapeutas para Vargas Llosa y Rafael Azcona. Juan Cruz dispuesto a ser compañía en una habitación hasta que Cela empezara a roncar. Único periodista del que tengamos que incluir en su currículo que ha sido acompañante hasta mientras orinaran a tres escritores, tres. Cela es otra vez protagonista de una peculiar relación. Al que hay que añadir la petición sorprendente de María Zambrano, Juan se quedó discretamente fuera del baño. Y la ya muy conocida relación a pie de mingitorio con Borges. Al menos se salvó de la petición de Alberti, todo un campeón en meadas.

Un libro de memorias de un memorioso mayor de nuestro republicano reino de las letras. Ya estoy esperando esa continuación anunciada: "Los platos chinos". Pero esa es otra historia.

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Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

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