Skip to main content
Blogs de autor

¿Gratis?… No, gracias

Por 6 de octubre de 2006 Sin comentarios

Javier Rioyo

Un lector daba ayer su opinión sobre la injusticia, según él, que se comete en el Círculo de Bellas Artes al cobrar un euro a la entrada. Incluso achacaba a ese cobro el mal funcionamiento de su cafetería. También nos daba una recomendación sobre las bondades de la cafetería del Museo Reina Sofía, ese espacio creado por Nouvelle para mayor negocio de Sergi Arola. No me gusta discrepar, aún haciéndolo muchas veces, con la opinión de mis hipotéticos lectores. Al menos no hacerlo por escrito, cuando de opiniones hablamos. No me gusta convencer de casi nada, tengo pocas convicciones, pero sí me gustaría dar mi opinión sobre el cobrar o no en una actividad cultural, en un museo, una galería o una charla. Y también sobre las cafeterías del Círculo de Bellas Artes. Vayamos por partes, como dijo Jack el Destripador.

No funcionan mejor las ofertas gratis en el mundo de la cultura. No acude menos gente al Círculo de Bellas Artes, ni siquiera a la cafetería, por cobrar un euro. Si a algunos interesados en las exposiciones, o simplemente en las vistas al mundo madrileño desde los ventanales, un euro les resulta excesivo, realmente podrán ir a pocos espacios. O tendrán que hacer la cola en los museos los días de la gratuidad. No creo que sea un gran problema para los consumidores de cultura el costo de un euro. No creo que la decisión de ver o no ver una exposición lo marque el euro de la entrada. Ni la de pasar a su cafetería que, a pesar de lo mejorable del servicio, es de precio moderado frente a otras de sus características.

Cuando nuestro lector, como ejemplo a la contra, nos habla de la gratuidad de la cafetería del Museo del Reina Sofía, comienzo a pensar que casi nada es lo que parece. Cualquier consumo en la cafetería del Reina es más caro que en la de Bellas Artes. Así, en el Reina te cobran el euro de manera sutil y sin portero. Y las visitas al museo, como es lógico, se cobran religiosa o ateamente. En el Bellas Artes, después del euro, no se cobra nada más. Y realmente hay exposiciones de una calidad y modernidad que muy bien podrían estar en nuestro museo de referencia de lo contemporáneo. Nuestro interlocutor nos habla del restaurante, o del espacio, de Sergi Arola. Pues amigo, usted ha debido tener suerte o es conocido preferente de ese cocinero estrella de los medios. Pocas veces nos hemos sentido tan burlados en un restaurante. Pocas hemos sentido tan descompensadas las relaciones calidad-precio. Y conocemos unos cuantos restaurantes. Es posible que el famoso renovador Arola, tan ocupado con sus negocios, su imagen y sus espacios abiertos para mayor gloria de su peculiar cocina, no pueda atender como se debe ese lugar del museo. También es posible que yo no tuviera suerte la primera vez, que la segunda la tuviera peor… Creo que no lo intentaré una tercera.

Desde luego no se me ocurre ir a comer al Círculo de Bellas Artes, y bien que me gustaría, pero no es un lugar para la gastronomía. Muchas veces lo hemos demandado con nulo resultado. Si alguna vez deciden mejorar la oferta culinaria, espero que la solución no sea que entre uno de esos cocineros modernos, mediáticos y experimentales. Que pongan su nombre y que cobren su marca mientras trabajan en otro de sus laboratorios. Y no estoy hablando de Adriá, ni de Arzac, ni Santamaría ni otros muchos. Hablo de otras elucubraciones con diseño.

Creo que tendría que haber un día en que, por madrileños, nos mereciéramos tener todo gratis allá por donde fuéramos. Algo así como lo que imaginaba Puyal, el pensador, para todos lo catalanes. Pero mientras eso nos llega, no es para tanto pagar un euro por encontrarte con el más hermoso  café del Madrid central y sus exposiciones.

Digo esto después de haber comprobado, para mi alegría y sorpresa, lo que ocurrió en el Festival Hay de Segovia, que se llenaron los foros para escuchar la charla de unos escritores más o menos conocidos y eso después de haber tenido que pagar siete euros. Por eso no va tanta gente a algunas presentaciones del Círculo, porque parecen muy rebajadas por el euro. Creo que deberían subir la entrada.

Dicho esto, confesaré que no pago nunca o casi nunca. Tengo mis trucos, esos sí, inconfesables. A mí, en caliente, también me molesta el euro de la entrada. En frío, me parece razonable, aunque demasiado barato. Tenemos tendencia a desconfiar de lo gratis. ¿No pagaría usted un euro por visitar el Retiro y que sus cafeterías, sus días y sus noches, estuvieran a la altura de nuestros deseos? Incluso, dos.

profile avatar

Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

Close Menu