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GIBRALTAR, THE ROCK

Por 28 de febrero de 2007 Sin comentarios

Javier Rioyo

Hoy día de Andalucía he estado en Gibraltar. Ese lugar del sur andaluz que desde hace más de trescientos años es un encalve británico. Una de esas rarezas geográficas, históricas y políticas que han dado mucho que hablar y mucho que escribir.

Recuerdo mi primera vez frente a esa roca, frente a esa ciudad en la que ondeaba la bandera británica, en el lado español de la verja y en compañía de otro montón de adolescentes que gritábamos cosas absurdas contra aquella “afrenta”, contra aquellos perversos británicos que habían robado un trozo de España y no querían devolverlo. El mayor del grupo, el manipulador de nuestras ignorancias nos propuso una meada grupal para demostrar nuestro desprecio. Hoy, Día de Andalucía, con la verja abierta, el aeropuerto comunicado con España, con pocos trámites fronterizos, cruzaban esa peculiar frontera centenares, miles de andaluces del otro lado para pasar el día festivo en ese lugar andaluz que tiene una reina con una película con un Oscar.

Cuando yo era adolescente, también mucho después, incluso algunos ahora, aseguraban que el español que no sentía el problema de Gibraltar como una herida patriótica no era buen español. Pues vale, no lo seré. No lo seremos muchos que no encontramos un problema, al menos no un problema que nos preocupe especialmente, más bien poco tirando a nada, en que Gibraltar sea lo que desean que sea sus habitantes. Que no nos hablen de viejos tratados. Ni de orgullos patrios.

Hace tiempo que me di cuenta de que no era un buen español. Al menos no lo era a la manera de aquellos gritones patrioteros. Ni siquiera a la manera de los de mejores modales. Después de aquellas vergonzantes escenas ante la reja, muy poco después llegaron a  nuestras vidas “The Beatles”. Llegaron los otros, los Rolling. Y llegaron todas aquellas chicas con minifalda. Y también llegó aquella bandera que no parecía un icono pop. Uno más de algún lugar llamado “Carnaby Street”. Lo británico era algo mucho más cercano a nosotros que los himnos para recuperar Gibraltar. Todavía lo sigue siendo. Y eso a pesar de algunas fotos de las Azores, de algunos sombreros y de otras historias de esa excéntrica monarquía.

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Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

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