Javier Rioyo
Es muy difícil elegir el mejor bar. Hace días murió unos de los escritores que mejor conocieron algunos míticos bares del mundo, Eduardo Chamorro. Unos días antes, en compañía de mi querido Manuel Ferreras, en esa evocación y nostalgia de los tiempos "chamorristas" de Radio-3, volvimos a recordar sus colaboraciones mientras sonaba la voz del gran Sachtmo.
No olvidaré algunas tardes, algunas noches, en su compañía, con sus británicos modos de beber, su voz profunda, su risa seria y sus conocimientos sorprendentes de todos los mitos y los ritos del saber beber. Fue amigo de Juan Benet, eso imprime carácter. Bebió como un caballero, publicó algunas novelas, algunos ensayos políticos, miles de artículos y decenas de traducciones. Entre su obra hay un delicioso libro- ¡que ahora tengo extraviado!- que se llama "Galería de borrachos". Todo un tratado de cómo, dónde y qué hay que beber. Porqué no tiene explicación o tiene demasiadas.
Recordando su amor por Joyce, y su traducción del Ulises, he recordado uno de los míticos bares de Dublín. Quizá el más conocido de todos, el Davy Byrne, en la Duke Street y uno de los grandes templos de la cerveza, los vinos y los whiskeys. La historia y la literatura viven en sus rincones, en su barra, entre sus paredes. Por allí Michael Collins y las borracheras de Brendan Behan. Allí, en uno de los bares favoritos de Joyce, transcurre una escena del Ulises. Leopold Bloom entra al bar de Byrne a tomarse unos vinos y unos trozos de bocadillo con mostaza picante y "el sabor a pies del queso verde".
Ese bar, esos clientes, y otros muchos bares, escritores y clientes que serían buenos compañeros del querido Eduardo Chamorro es parte de un libro que le hubiera gustado compartir: "Beber para contarla", una antología de relatos irlandeses, con insignes borracheras e insignes escritores. Lo ha publicado "La otra orilla". Y me está dando sed de malta. Tendré que brindar por Eduardo y dejar de trabajar. "El trabajo es la maldición de la clase bebedora", como decía otro dublinés llamado Wilde.