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EL MALO DE LA PELÍCULA

Por 22 de febrero de 2007 Sin comentarios

Javier Rioyo

Como una película de verdad, pero casera y con mala leche. ¿Mala leche? No, no era eso. Era, es, otra cosa. Desde luego no es complaciente, ni inocente, ni convergente. El espectáculo, la película teatral, el recital con palabras, canciones y vídeos o lo que queramos pensar de esa puesta en escena de Albert Pla no me defrauda. Y eso que soy un prehistórico seguidor de este raro, extravagante, lúcido, ácido y sin embargo tierno personaje. Creo que el que canta, el que actúa se parece al verdadero Albert Pla.

Se presentó en Madrid, en el teatro del Círculo de Bellas Artes y allí estábamos muchos de los que ya no nos escandalizamos por casi nada. Allí estaba su amigo, y sin embargo maestro de músicas y letras, Javier Krahe. Y allí estaban muchos de los clásicos de la provocación y la ironía, muchos de los habituales que frecuentan los circuitos de Pla y sus maneras. No son muchos, pero molestan bastante.

Albert Pla -y su excelente compañera, además de guapa, Judit Farrés- nos hizo pensar que era posible decir casi todo en un escenario. Felizmente, estamos en esta parte del mundo donde es posible la blasfemia, la mofa de los poderes, la invitación al insulto, la burla de los enfermos, de los mayores y de los pequeños. Todo es motivo de un inteligente descrédito. No hay lugares intocables. No hay nada que no se puede decir. Volvemos a los tiempos más libres, a aquellos viejos, viejísimos. Tiempos en que un escritor podría decir, escribir y publicar: “El asesinato como una de las bellas artes”.Ver el espectáculo de Pla, más allá de otros juicios sobre la obra, es una feliz demostración de la madurez de un país. Somos capaces de burlarnos de todo. Incluso de lo más sagrado, por ejemplo del Barça. Incluso de los más débiles, por ejemplo, los enfermos. Me alegra que exista Pla. Que se puedan comprar sus discos. Que se puede ver su espectáculo. Como él canta al final, tierna y religiosamente, como el monje perverso y simulador que es: “gracias a la vida”. ¡Ay, si Lola Flores levantara la cabeza!…Y sin embargo…ahí está, como la Puerta de Alcalá, en pleno centro de Madrid.

El espectáculo no está autorizado para la inmensa mayoría de los políticamente correctos. Aunque debería estar permitido que se colaran y no pudieran salir todos esos que andan por las teorías de la conspiración. En fin, haya películas.

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Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

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