
Eder. Óleo de Irene Gracia
Javier Rioyo
Estoy En Jaén, hablaremos de Machado. Durante años fue profesor del Instituto de Baeza. Sobre esos años, de poeta solo, triste, viudo y aislado acaba de escribir un hermoso libro Fanny Rubio. Estamos con la autora recordando la importancia que Machado tuvo para nosotros, la importancia para la memoria ética de lo mejor de España. El poeta, el hombre bueno, fue también un símbolo de una España. La que pierde, la que se tiene que marchar al exilio. Sigue enterrado en Colliure, el domingo hace ya setenta años.
Y con nosotros está Paco Ibáñez. Otro hijo del exilio. El cantante que más nos ha emocionado cantando a los poetas españoles. A los poetas tan cercanos de todas las épocas. A Góngora y Quevedo, a Jorge Manrique, Lorca, Machado, Celaya, Goytisolo, Hernández, Alberti Gil de Biedma. Con sus canciones, con su voz, llegamos a muchos poetas que siempre nos han acompañado. Cuando fuimos jóvenes buscábamos sus discos grabados en París. Después le seguimos, le conocimos. Y hoy- acaba de grabar de nuevo sus poetas andaluces- nos sigue emocionando. Es nuestro George Brassens, nuestro Bob Dylan. Es de la España que duele, que se critica, que ría y se levanta.
Cerca está otro cantante que escuchamos también de muy jóvenes. Del que también nos aprendimos sus canciones. Un buen cantante, exagerado, teatral, que no es capaz de emocionarnos. Se llama Raphael, y es- no sé si a su pesar- lo contrario que Paco Ibáñez. Es de la otra España, de la que cantaba alegre en el franquismo. "Niño" mimado por el régimen. En la cena está una amiga de algo más de treinta años. Una brillante profesional, viajera por el mundo., inquieta, buena conocedora de nuestra historia. No tiene ni idea de quién es Paco Ibáñez. Y por supuesto conoce perfectamente a Raphael y algunas de sus canciones. Es verdad que hay dos Españas. Al menos las hubo y su influencia, su capacidad de borrar o afirmar historias, memorias, músicas, estéticas o éticas se sigue notando. Prometo hacer proselitismo, propaganda o lo que haga falta para que la verdad de un cantante llamado Paco Ibáñez no sea borrada.