Skip to main content
Blogs de autor

cuando fuimos drogadictos

Por 18 de mayo de 2009 Sin comentarios

Eder. Óleo de Irene Gracia

Javier Rioyo

 

 

 

No estuvimos en las fiestas de la Factory  en New York. Ni fumamos kif en Tánger con Burroughs, ni con Ginsberg. Ni siquiera con Paul Bowles como parecía haberlo hecho todo el mundo. Pero ya habíamos leído "Aullido" y "Almuerzo desnudo", comenzábamos nuestro discreto camino salvaje. Conocíamos las tristes canciones de la hermosa Nico, estuvimos en el primer concierto que en Madrid dio el colocado Lou Reed  y el San Juan Evangelista, cuna de drogotas del jazz y el flamenco, fue nuestro refugio. Todos fuimos drogadictos. El resto eran tipos raros. Alegres del estilo "Viva la gente", seguidores de  María Ostiz o candidatos a llevar bigote.

Éramos cultos y malditos. Habíamos tomado Malasaña, después de haber tomado nuestras cabezas con polvos, de haber viajado con LSD y de fumar cosechas  de Ketama. Algunos se movían por los caminos de falsos paraísos que entraban por las venas y te llevaban hacia la nada. Más cerca de la evasión que de la revolución, enterrado  Franco y cambiando la música y las letras quejicas de los cantautores por las ternuras del pop, la moda juvenil o las ganas de matar hippies en las Cíes. Los tiempos habían cambiado. Nos tocaba admirar el alma bohemia de los drogadictos. Desde ese caballero llamado Sherlock Holmes, que ocultaba su adicción entre las paredes de su biblioteca en Baker Street,  siendo capaz de alternar "una semana de cocaína con otra de ambición"  hasta los hermosos cadáveres de nuestros ídolos del rock. Seducción fatal, atractivo camino de imperfecciones que había matado a Joplin, Hendrix o Morrison pero también el alimento culpable de que Burroughs siguiera escribiendo. "Soy realidad y en realidad estoy colgado. Dadme una vieja pared y un cubo de basura y por Dios que me sentaré ahí para siempre. Porque soy la pared y el cubo de basura. Pero necesito a alguien para sentarme ahí y mirar al cubo de basura y a la pared. Esto es, necesito un huésped humano".

Me acuerdo de Antonio Vega. Le recuerdo joven y atrapado desde aquellas noches  del Penta. Y le recuerdo desvalido, entre la pared y el cubo de basura, con la mirada herida y el corazón desnudo. No había manuales del usuario para las drogas, o no servían ni a quienes los escribían. Bien lo supo Eduardo Haro Ibars. Muchos se perdieron en aquellas navegaciones sin rumbo. Otros nos salvamos. No se bien cómo, pero sí para qué. Aprendimos a batear la basura y a  ser suficientemente cobardes como para no querer compartir la nómina de ángeles, ni demonios, caídos.

En la muerte de Antonio Vega, con permiso de Patxi López, yo también recordé un poema de Kirmen Uribe: "Y el día que el viento sur me lleve/ devolved mi cuerpo a la tierra en que nací,/enterradlo cerca del mar, junto a mis amigos,/ rodeado de gente de buena voluntad: con los marinos, con los heroinómanos, con el poeta.". Se llama "devolvedlo". Mejor quedárselo.

 

[ADELANTO EN PDF]

profile avatar

Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

Close Menu