Javier Rioyo
No me han llegado muchos regalos…quiero decir que no han llegado jamones, champanes, caviares o cosas así. Bueno para no ser injusto y olvidadizo, sí llega desde hace muchos años un champán exquisito y clásico que manda el Mercader de los Rolling- no el del piolet contra Trotsky- y las perdices escabechadas mejores del mundo: las de la tasca de Cuenca llamada " La Ponderosa", algunos entenderán ese raro nombre. El resto son libros y buenos deseos. Unos mejores que otros. Un pequeño gran placer ha sido- una año más- recibir ese objeto pequeño y tan querido que llamamos el "crisolín". Es un libro de pequeño, mínimo, formato. Se puede aguardar hasta en el bolsillo de un pantalón tejano. Pocas veces en su larga historia ha sido prescindible, éste año es imprescindible. Quiero decir que si se quiere prescindir de él se puede, pero será una tontería. Por ese texto han pasado los años, y se le notan… sin embargo nos sigue haciendo jóvenes y, posiblemente, desinformados, volver a sus pequeñas utopías, sus panfletos y sus maniqueos textos. Estamos en fechas cursis, en fechas de ser más pequeños, ni importa que también seamos más o menos felices. Quiero decir, y digo, que con mucho placer me llevo en mi bolsillo el "crisolín" de éste año, se llama "Historias de cronopios y famas". Lo escribió Julio Cortázar. Lo publicó en el año 1962 y todavía colea, alegra y anarquiza. No es poco.
Como felicitación navideña, o lo que sea, copiaré una de sus ocurrencias, se llama "Flor y cronopio", me gusta:
"Un cronopio encuentra una flor solitaria en medio de los campos. Primero la va a arrancar,pero piensa que es una crueldad inútil y se pone de rodillas a su lado y juega alegremente con la flor, a saber: le acaricia los pétalos, la sopla para que baile, zumba como una abeja, huele su perfume, y finalmente se acuesta debajo de la flor y se duerme envuelto en una gran paz.
La flor piensa: Es como una flor".
Algunas veces, también los hombres se parecen a los hombres. No tanto. Ni tantas veces como las mujeres.