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Blogs de autor

COMPRANDO LIBROS

Por 24 de octubre de 2006 Sin comentarios

Javier Rioyo

Sigo en la librería pero antes he dado una vuelta por la red. No diré que he comido botillo, pero he tenido tentaciones. Sí que escuché el disco de Sabina, es más, me puse dos veces la canción de García Montero. Después me acordé de mi admirado Benet, de su capacidad para gozar sin dejar de beber. ¡Qué admirable, ni Ángel González es capaz de imitar tanta dedicación a esas aguas escocesas! De Benet eran notables hasta las frivolidades. Sabio Don Juan capaz de enamorar a poetas, casadas, pelirrojas o hermosas con sabor a manzana. También ahogó pueblos y escribió libros. Una vida breve que dio mucho juego. Repitió algunas cosas. Y repitió en asuntos de amistad. La amistad, ya se sabe, es como la morcilla, como la historia de España, se repite. No está mal que se repita pero sin sangre. No soy obediente ni con los inteligentes. Me gusta equivocarme solo. No quiero llegar a ningunas alturas. Prefiero seguir paseando con hermosas y bebiendo crianzas de camino a los reservas. Y no me importa repetirme. Ni me pienso suicidar porque los jueves se me repitan. Me gusta volver por lugares, paisajes y paisanajes que conozco. En este blog tan reciente en mi vida, creo, porque no me leo, que apenas había frecuentado a algunos amigos que hacen poemas y que cantan. Si además publican un libro importante, para mí y para Corín Tellado, diga lo que quiera Agamenón o su porquero, pues no pienso callarme mientras me dejen seguir haciéndolo. Y conste que me gusta mucho encontrarme rodeado de gente tan lista, tan culta y tan preocupada por mejorar mis desvíos de lo profundo, de lo elevado… pero eso no me quitará el placer de las músicas  de los bajos fondos según Sabina. Ni de descansar o inquietarme con las habitaciones poéticas de García Montero. Y termino con mis amigos. Aunque prometo que volveré con ellos. Y también dos huevos duros.

Vuelvo al principio. Sigo en la misma librería. He terminado mi compra. A punto de salir de la librería entra un cliente. No es muy alto, tiene curva cervecera o de comer botillos, lleva un traje bueno y un tanto descuidado. Es más o menos rubio aunque ya las entradas se señalan seriamente en un estilo que podría ser el de Tin-Tin si hubiera cumplido cincuenta años. Cuando entra pregunta muy decidido por el libro de Bioy Casares sobre Borges, le dicen que todavía no lo han recibido. Se lamenta en voz alta con los libreros. Y se pone a buscar por los estantes. Me interesa saber qué comprará ese cliente. Se llama Miquel Barceló. Una reproducción de uno de sus cuadros con librería cubre una pared de un querido refugio mío. Un  pintor que admiro. Seguro que es un buen lector. Además me gustó su libro de pensamientos y notas sobre el arte, África y otros pensamientos despeinados.

En diez minutos, sin muchas dudas, compró algunos libros que me confirmaron estar ante un tipo tan brillante y singular como parece el pintor. Ya sabíamos que estaba ilustrando el próximo libro de ese “disidente de los disidentes”, del poeta y ensayista polaco Adam Zagajewski. No nos pareció raro que el primer libro que comprara era el recién publicado ensayo, Dos ciudades. Después compró un libro de poemas, de un excelente poeta que mucho tiempo estuvo tapado por el gran narrador que también fue. Hablo del último libro de poemas de Raymond Carver publicado en español, Todos nosotros. Después siguió con un delicioso libro, un libro que indica que debe vivir con su familia y otros animales, Interpretar a los animales, de Temple Grandin y Catherine Jonson y que tanto gustó a Oliver Sacks y a mi amiga y famosa escritora blogera, Almudena Montero. ¡No se me corrige esa fea manía de hablar de mis amigos!

Y para terminar con las compras de Barceló, también se llevó a uno de esos autores que hacen que nuestras noches o nuestros días lluviosos transcurran de manera más interesante, la última entrega del ya clásico Henning Mankell, El cerebro de Kennedy.

No le podré comprar un cuadro, pero le puedo imitar en las lecturas. Le seguiré espiando.

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Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

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