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Cine en Valladolid

Por 24 de octubre de 2008 Sin comentarios

Javier Rioyo

Mañana comienza oficialmente el Festival de Cine de Valladolid, un clásico de los otoños. Me acercaré hoy para una inauguración previa. La exposición que sobre Buñuel, con su Cristo sonriente en la portada del catálogo, la misma que ya vi en México. Y poder volver por esos pasillos secretos que siempre guarda la vida y la obra de Buñuel. /upload/fotos/blogs_entradas/cine_en_valladolid_med.jpgSe estrena un documental con una participación muy peculiar de Juan Luis Buñuel y Jean Claude Carriere, una excelente excusa para estar entre gente libre e inteligente.
 
Antes de ese alimento del espíritu me pararé en Segovia. Los asadores de Castilla, con José María al frente, hacen un homenaje al cochinillo. No me lo puedo perder. Tiempo del placer carnívoro antes de los varios placeres que me esperan en Valladolid. No le importaría a Buñuel una parada con cochinillo y vino antes de pensar en lo oscuro y contradictorio del ser humano.
Recuerdo que hace muchos años el festival de Valladolid se llamaba de Cine Religioso y de Valores Humanos. Era un cine más o menos controlado por las cercanías eclesiásticas pero con deseos de apertura. No era la carcunda habitual en el clero. Ya se podían ver las películas trascendentes de Bergman, por supuesto Dreyer, y también Rossellini y otros que se han preguntado por la trascendencia del ser humano en el cine. Esos autores que podían ser considerados religiosos, más allá de su fe o de la falta de ella. Después vendría Pasolini, que intentó el diálogo entre marxismo y catolicismo.
 
Pensando en Buñuel, que no tengo claro que alguna vez compitiera en Valladolid, pienso que eso de estar, o de haber podido estar, en un festival de cine religioso y valores humanos le iba como anillo al dedo. Como cordero en iglesia, como Sade y el ateísmo, como una prostituta en el camino de Santiago, como un cura con una escopeta, como un Cristo que ríe, como un fraile que se flagela… como los tambores de Calanda, como el milagro de la pierna, como el Cardenal Tavera, como las campanas de las iglesias de Toledo, como esa iglesia de la que no podemos salir, como la caridad inútil de Nazarin, como la cena en Viridiana como la columna del eremita Simón. Sí no paró de hacer cine religioso y de valores humanos. Está mejor que bien que ahora, tantos años después, vuelva por esos lugares santos y pecadores.

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Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

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