Javier Rioyo
Leyendo el entretenido, muy personal libro de Vicente Molina-Foix -que está en un año de muy buena cosecha con la novela y el ensayo- y, como es habitual en el autor, de buen título: "El cine de las sábanas húmedas" me paro en un capítulo en que se recuerdan algunos de los más hermosos cadáveres de nuestras mitologías cinéfilas. Me paro por la lista que hace Molina Foix y por el recuerdo de esos versos de la segunda "Elegía de Duino" de Rilke en que nos recuerda la perfección y la extrañeza de los ángeles. Todo ángel es terrible.
El capítulo donde se desnudan sus sentimientos de joven enamorado o al menos seducido por Greta Garbo. Por la actriz, por su imagen desde la pantalla, por la realidad irreal de sus personajes cinematográficos. Molina habla de "arcángeles caídos" en su libro. De la fascinación que sobre tantas personas han ejercido desde la pantalla esa fantasmagoría angelical y demoníaca que tantas veces han sido los ídolos. Y muchas veces los ídolos, los ángeles o arcángeles caídos, han sido de vidas fugaces, de vidas rebeldes o de vidas rotas. Una corta lista de aquellos mitos que cayeron demasiado pronto donde están los nombres de Natalie Word, Jean Seberg, Marilyn Monroe, Gérard Philipe, Sal Mineo, River Phoenix o James Dean.
La lista que podríamos construir es muy larga, demasiado larga. Y es transversal. Se suman nombres que no vienen del mundo del cine. Se pueden encontrar en la misma familia García Lorca, Jimmy Hendrix, el Che Guevara, Rimbaud, Janis Joplin, Boris Vian y otros muchos que se han dado demasiada prisa. ¿Por qué son los ángeles caídos los que más dormitorios llenan en los sueños de los adolescentes de todo el mundo y de muchas generaciones?
¿Es normal que todavía tantas fantasías húmedas tengan el rostro de Marilyn o de James Dean? Sea normal o todo lo contrario, el caso es que, todavía -y han pasado muchos años- los mismos mitos de nuestros mayores siguen siendo los que más camisetas venden entre adolescentes de hoy. Volviendo a Ferlosio: "mientras no cambien los dioses, nada habrá cambiado". ¿Y por qué dioses los cambiamos?