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Angeles caídos

Por 8 de enero de 2008 Sin comentarios

Javier Rioyo

Leyendo el entretenido, muy personal libro de Vicente Molina-Foix -que está en un año de muy buena cosecha con la novela y el ensayo- y, como es habitual en el autor, de buen título: "El cine de las sábanas húmedas" me paro en un capítulo en que se recuerdan algunos de los más hermosos cadáveres de nuestras mitologías cinéfilas. Me paro por la lista que hace Molina Foix y por el recuerdo de esos versos de la segunda "Elegía de Duino" de Rilke en que nos recuerda la perfección y la extrañeza de los ángeles. Todo ángel es terrible.

El capítulo donde se desnudan sus sentimientos de joven enamorado o al menos seducido por Greta Garbo. Por la actriz, por su imagen desde la pantalla, por la realidad irreal de sus personajes cinematográficos. Molina habla de "arcángeles caídos" en su libro. De la fascinación que sobre tantas personas han ejercido desde la pantalla esa fantasmagoría angelical y demoníaca que tantas veces han sido los ídolos. Y muchas veces los ídolos, los ángeles o arcángeles caídos, han sido de vidas fugaces, de vidas rebeldes o de vidas rotas. Una corta lista de aquellos mitos que cayeron demasiado pronto donde están los nombres de Natalie Word, Jean Seberg, Marilyn Monroe, Gérard Philipe, Sal Mineo, River Phoenix o James Dean.

La lista que podríamos construir es muy larga, demasiado larga. Y es transversal. Se suman nombres que no vienen del mundo del cine. Se pueden encontrar en la misma familia García Lorca, Jimmy Hendrix, el Che Guevara, Rimbaud, Janis Joplin, Boris Vian y otros muchos que se han dado demasiada prisa. ¿Por qué son los ángeles caídos los que más dormitorios llenan en los sueños de los adolescentes de todo el mundo y de muchas generaciones?

¿Es normal que todavía tantas fantasías húmedas tengan el rostro de Marilyn o de James Dean? Sea normal o todo lo contrario, el caso es que, todavía -y han pasado muchos años- los mismos mitos de nuestros mayores siguen siendo los que más camisetas venden entre adolescentes de hoy. Volviendo a Ferlosio: "mientras no cambien los dioses, nada habrá cambiado". ¿Y por qué dioses los cambiamos?

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Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

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