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Adornando la ciudad.

Por 15 de julio de 2009 Sin comentarios

Eder. Óleo de Irene Gracia

Javier Rioyo

 

 

 

En mi particular camino de Santiago, con esos desvíos que son la sal del camino, llegué a uno de los centros históricos del Camino: Burgos.

Recuerdos de acercarme a la adolescencia en veranos de Burgos. Algunos de los primeros cigarros fumados a escondidas en los bajos de un ring de boxeo, el olor de una fábrica de galletas, los paseos a la orilla del río, la sombra de la ciudad levítica, aquella chica y otras cosas plácidas que recuerdo de unos tiempos, de una ciudad.

De vez en cuando me escapo y disfruto entre calles, paseos y lugares cargados de historia. Como toda ciudad ya tiene otros ritos, nuevos lugares, otros bares y un museo de arte contemporáneo. No es tan importante como el leonés MUSAC- que recorrí al trote con la amable compañía del director- pero el CAB tiene su valentía su sentido y su razonable arquitectura que no se lleva mal con sus cercanías históricas. Me gustan esas mezclas de formas, estilos, modernidad y conservación que son capaces de convivir. Desde hace mucho me acostumbré a mirar con agrado lo viejo o lo nuevo. Me gusta un edificio del renacimiento y me interesa la arquitectura industrial. Aprecio esas valentías arquitectónicas que rompen con lo armónico cercano. No creo en los uniformes.

Hace unos meses había esculturas de Plensa en los alrededores de la catedral Burgalesa. Me gustaba esa vecindad de contrarios. Ahora había una exposición de Alberto Corazón. Bien. Así lo comentábamos en un curso con estudiantes de arquitectura.

Todo transcurría plácido, como en el principio de la gran novela de Oscar Esquivias, "Inquietud en el paraíso". La ciudad se gustaba, burguesa, estructurada, plácida y previsible en unos días de Julio de 1936. Después llegó aquello y todo se transformó. Fue capital del franquismo. Fue un horror para los que no fueran ellos, sus militares, sus curas y sus acólitos. Una ciudad que vigilaba la vida desde la moral del casino.

Y por esa ciudad, hermosa, tranquila y burguesa felizmente también han pasado los renovadores. Unos mejores, otros horrorosos. A la cabeza del feísmo la escultura artesana de un "escultor", creo que burgalés, autor de una figura en bronce que representa a una castañera. Una pieza sin arte, sin gracia, sin interés. No importa, un más de las muchas esculturas que pueblan nuestros paisajes urbanos. Lo que realmente importa es que está ubicada al pie del paseo del Espolón, al lado del Arco de Santa María. Como esa "violetera" que estaba en  el inicio de la  Gran Vía. Como ese Goya en la calle de su nombre. Como un Botero que yo me sé. Como un oso. Como tantas estéticas de disneylandia, de bronce artesano, de enanos de jardín o de experimentos pretenciosos que pueblan nuestras calles. Ahora que lo pienso, ¿acaso son nuestras las calles? No. Pero sí es mía, con reparos mi opinión sobre el feísmo según yo mismo.

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Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

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