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ADIÓS A TODO ESO

Por 11 de junio de 2007 Sin comentarios

Javier Rioyo

Me gustaba ir al campo de fútbol. No cada fin de semana, no soy tan creyente. Ir de vez en cuándo, con amigos, con seguidores más o menos tranquilos de mi equipo. Los que parecen poco apasionados en el campo se convierten en otra cosa. En otra cosa peor. Los excesos, los nervios, los insultos, la pasión ciega, la arbitrariedad salen a flote con inusitada facilidad en un campo de fútbol.

Como no voy con mucha asiduidad, de vez en cuando hasta nos venía bien esa descarga de adrenalina, de malos sentimientos y de malas palabras. Eso hasta el otro día, el otro sábado me cansé. Creo que va siendo hora de decir adiós a todo eso. Yo ya no juego, al menos no juego desde el campo, desde las gradas y rodeado de vociferantes y arbitrarios seguidores de un club, al que cada vez reconozco menos.

Yo tengo la fatalidad de ser del Atlético de Madrid, tengo otras fatalidades, también soy español y otras cosas que no vienen al juego. Uno es de un equipo sin saber muy bien por qué. Yo al menos no tenía antecedentes que me hubieran inducido ese destino tan complicado, ser del Atlético de Madrid no es fácil. Pero al menos uno lo consideraba divertido. Alguna vez en los infiernos, pero generalmente luchando -y perdiendo- por puestos más importantes. Eso, y una cierta historia de club no arrogante, popular, simpático e imprevisible, hacían que fuera un equipo para estar cómodo. También era una manera de estar contra el equipo vecino, el equipo que -perdón por los tópicos de antaño- más brilló en el franquismo, y también en la democracia. El  Barça, es otra cosa. Además de más que un club, que eso lo son bastantes, es también simbólico de una entidad y de una buena historia futbolística. Yo, que me reconozco del Atlético con todos los vicios, por tanto también anti-madridista. Y lo siento. Lo sentí el otro día en el campo. En un campo en que volvimos a perder por méritos contra un equipo casi descendido.

Lo que me hizo sentirme mal, incómodo, fue la salida ignominiosa de algunos, bastantes, que gritaban al digno y luchador Celta, y deseaban su bajada a segunda. ¡Me río de nuestra propia historia! Sin embargo, lo definitivo fue toparme con algo que veía un poco de lejos, toparme con los fascistas con las banderas anticonstitucionales. Se me ocurrió increparles. Me jugué algo más que una bronca. Tuve conciencia del peligro. Y de la estupidez, de la miseria de algunas tribus. No degusta la música, ni la letra, de esa tribu. Mientras ellos sigan tan libres, no iré al campo. En el campo, sin tantas exageraciones fascistas, todos somos peores. El fútbol, para mí volverá a ser un juego para ver por televisión. Estoy cansado de esa manera de palmar, pero sobre todo de esa manera de ser y de estar. 

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Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

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