
Eder. Óleo de Irene Gracia
Javier Fernández de Castro
Los parámetros elegidos para que el lector pueda hacerse una idea del periodo de tiempo estudiado no pueden ser más expresivos: Atapuerca es el nombre que reciben unos yacimientos situados a 15 km de Burgos y en la cuenca del río Arlanzón, no muy lejos del nacedero de éste en la Sierra de la Demanda. Los aportes fósiles provenientes de dichos yacimientos son tan excepcionales que han permitido conocer fascinantes particulares acerca del asentamiento allí del Homo antecessor y sus sucesores, así como detalles muy precisos acerca de los modos de vida, los útiles guerreros y venatorios o los hábitos sociales de todos ellos. Fuensaldaña por su parte es un castillo situado al pie de los montes Torozos . Este castillo fue construido en el siglo XV como residencia señorial por la familia Vivero-Guzmán y allí nunca ocurrió una batalla decisiva ni su nombre figura en los anales por haber dado lugar a algún hecho real o simbólicamente decisivo para la creación de Castilla. Su mayor mérito para ser elegido como sede del actual parlamento de Castilla y León radica en su proximidad a la capital, Valladolid.
Aunque los dos puntos elegidos como principio y fin del estudio físicamente apenas distan 125 kilómetros, a los primitivos ocupantes del espacio físico hoy conocido como Castilla les costó 800.000 años llegar desde el punto en el que más ricas y abundantes son las huellas de su presencia (Atapuerca) hasta el lugar elegido para ubicar el cuerpo legislativo de la última encarnación de esa entidad histórica, política y cultural hoy conocida como Comunidad de Castilla y León. La ambiciosa y muy fascinante propuesta del director del estudio, Juan José García González , y sus colaboradores, Julio Aróstegui Sánchez, Juan Andrés Blanco Rodríguez, José Luís Gómez Urdáñez y Pedro Luís Lorenzo Cadarso, es ofrecer al lector una descripción completa de esa larga marcha desde el pasado más remoto (los útiles más antiguos encontrados en Atapuerca datan de hace 1.400.000 años) hasta la actualidad.
La interpretación tradicional de esa entidad que hoy conocemos como Castilla remonta sus raíces a la dinámica de las colectividades protohistóricas asentadas en la zona central de la cornisa cantábrica, a la cual se sumarían los aportes culturales realizados, ya en época histórica, por romanos y visigodos, a lo que habría que añadir la influencia árabe ocurrida al mismo tiempo que se formaba el condado castellano.
Los autores de esta Historia de Castilla conciben la formación de Castilla como "el resultado de un proceso muy largo, materializado en dos etapas complementarias, aunque de muy diferente duración y rango: la primera, milenaria, auténtico fondo de saco en que convergieron factores de orden natural y cultural muy diversos; la segunda, muy corta, apenas pluridecenal, verdadero crisol en que se amalgamaron los factores específicos que confirieron a Castilla su arquitectura originaria".
Para sistematizar de forma comprensible tan prolongado como asimétrico periodo temporal, la obra ha sido dividida en tres tramos: uno que va desde el pasado remoto hasta el siglo XV, una segunda parte que abarca desde el Descubrimiento de América hasta la caída de la dinastía borbónica con Napoleón, y una tercera parte íntegramente dedicada a la Época contemporánea.
Se trata de una obra más académica que divulgativa, realizada con los recursos de las modernas herramientas teóricas y metodológicas de las que dispone actualmente la ciencia histórica. Pero admite perfectamente una lectura literaria en la que los sucesivos actores, tales como los Homo antecessor, Homo heidelbergensis, Homo neandertalensis y Homo Sapiens, pero también los pueblos que dejaron su huella en los territorios que sirven de marco a la narración, irán dejando paso a los nuevos actores históricos, llámense romanos, visigodos o árabes, hasta conformar un gran fresco cada vez más reconocible y próximo. Es cierto que la entrada es algo dura, pues unas referencias temporales que se remontan a centenares de miles de años acaban por formar una sopa de cifras sin apenas significado, aparte de que las clasificaciones que se gastan los científicos tampoco son de gran ayuda desde un punto de vista narrativo. A pesar de lo cual resulta fascinante comprobar cómo las circunstancias geológicas y climáticas y ambientales, la alternancia de glaciaciones con periodos de bonanza, o las explosiones demográficas debidas a los avances tecnológicos, van configurando poco a poco un hábitat reconocible, y en el que casi parece inevitable que pasase lo que acabó pasando. Quizá lo que estoy proponiendo es un tipo de lectura frívola, en la que se da más importancia a la melodía que a la letra, pero a quien le sepa a poco este tipo de aproximación siempre le cabrá la posibilidad de volver a empezar desde la página uno, pero esta vez tomando notas y redactando fichas.
Historia de Castilla
De Atapuerca a Fuensaldaña
Dirigida por Juan José García González
Editorial La esfera de los libros