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Gun & God

Por 26 de septiembre de 2008 Sin comentarios

Javier Fernández de Castro

Apuntes de polemología

Rafael Sánchez Ferlosio

Destino

Barcelona

Cada nuevo libro de Rafael Sánchez Ferlosio es un acontecimiento en el panorama literario en lengua castellana pues sin lugar a dudas se trata del "hombre más importante de nuestra literatura", por decirlo en palabras de Miguel Delibes. Aunque no costaría encontrar otras muchas apreciaciones de corte similar.

/upload/fotos/blogs_entradas/god_med.jpgG&G, como bien se ocupa de aclarar el subtítulo, es una sucesión de reflexiones o apuntes sobre la guerra. Que esta desgraciada práctica de los seres humanos es una cuestión que interesa sobremanera a Sánchez Ferlosio lo prueban sus numerosos textos al respecto, entre los que cabe resaltar El ejército nacional y Campos de Marte (ambos de 1986), La hija de la guerra y la madre de la patria (2002) o Sobre la guerra (2007), a los cuales habría que añadir los escritos sobre el mismo tema recogidas en Ensayos y artículos I y II (1992).

Por cierto que los lectores habituales de Sánchez Ferlosio darán un salto en la butaca como para saludar a un viejo amigo cuando, allá por la página 40 de G&G, se topen de nuevo con ese refrán que el propio autor califica de "el más tenebroso de todos los refranes españoles" y que dice así: "El potro que ha de ir a la guerra ni lo come el lobo ni lo aborta la yegua". Los asiduos ya saben que ese mismo refrán era el punto de partida de una de las líneas argumentales de "Cuando la flecha está en el arco, tiene que partir", una conferencia sobre la guerra y el destino pronunciada primero en la Residencia de estudiantes de Madrid y luego publicada en la revista Claves en 1990.

Pero para qué insistir: los conflictos armados son una cuestión que fascina a Sánchez Ferlosio hasta el extremo de que lleva más de 30 años reflexionando sobre ellos. Pero no son un tema único. Otros asuntos habituales en sus escritos son la existencia o no de guerras justas e injustas; la posibilidad de que la Fortuna abrigue sus propios designios; el sentido de la Historia universal (si es que lo tiene fuera de la práctica de la dominación); la función de la historia como creadora de destino; la dualidad carácter y destino o la interacción entre azar y necesidad. Y conste que se trata de una mera enumeración a modo de ejemplo pues si trajésemos a colación ensayos como Las semanas del jardín (1974) o Esas Yndias equivocadas y malditas (1994) la lista temática se incrementaría notablemente.

Desentrañar la verdad, siquiera sea un atisbo, es un trabajo arduo y que requiere una pelea continua para acomodar lo que quieres decir con aquello que la lengua te permite decir, y de ahí que en ocasiones Sánchez Ferlosio se vea obligado a recurrir a términos complejos ("anticipación retroproyectiva") o inventados ("simultad"). Pero de tanto en tanto el viejo narrador toma el mando y, de un solo trazo, el vacilante avanzar hacia la verdad se ve iluminado por una serie de ejemplos deslumbrantes. Y ahí está, para quien quiera comprobarlo (G&G, p. 27), la petulancia del conde de Niebla desoyendo las advertencias de los adivinos y haciendo caso omiso de los malos presagios, todo por su obstinación en seguir adelante con su intención de conquistar Gibraltar porque dice sentirse capaz de doblegar a esa Fortuna "non que nos fuerza, mas que la forzamos" (Laberinto de Fortuna, de Juan de Mena). A continuación, y tras unas precisiones sobre el tema de la escrutación de "las señales" antes de una batalla, de pronto nos vemos inmersos en una enconada trifulca entre Acab, rey de Israel, y el profeta Miqueas, quien nunca interpreta los presagios al gusto del rey y éste no puede ocultar el rencor que tal conducta le produce. Todo ello contado con una familiaridad que pone de manifiesto la profunda relación que mantiene el autor con sus personajes, casi unos amigos, o enemigos, pues en ocasiones no cuesta descubrir hacia quién dirige sus preferencias y fobias.

Pero tal es, justamente, uno de los atractivos que desprende la prosa de Rafael Sánchez Ferlosio: la suya es una mente reflexiva -dotada además de un altísimo sentido moral- pero que discurre de un modo fundamentalmente narrativo, razón por la cual el camino (el discurrir) tiene tanta importancia o más que el objetivo al que nos dirigimos, y si me permito introducir el plural aquí es porque muchas veces, como ocurre en tantas narraciones, el lector tiene la certeza de que está accediendo a la luz al mismo tiempo que el autor, y ello es garantía segura de que tiene en las manos una auténtica y genuina creación y no una mera exposición de algo que el autor ya sabía de antemano y que entre los profesionales se conoce como un trabajo de oficio.

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Javier Fernández de Castro

Javier Fernández de Castro (Aranda de Duero, Burgos, 1942- Fontrubí, Barcelona, 2020) ejerció entre otros los oficios de corresponsal de prensa (Londres) y profesor universitario (San Sebastián), aunque mayoritariamente su actividad laboral estuvo vinculada al mundo editorial.  En paralelo a sus trabajos para unos y otros, se dedicó asiduamente a la escritura, contando en su haber con una decena de libros, en especial novelas.

Entre sus novelas se podrían destacar Laberinto de fango (1981), La novia del capitán (1986), La guerra de los trofeos (1986), Tiempo de Beleño ( 1995) y La tierra prometida (Premio Ciudad de Barcelona 1999). En el año 2000 publicó El cuento de la mucha muerte, rebautizado como Crónica por el editor, y que es la continuación de La tierra prometida. En 2008 apareció en Editorial  Bruguera,  Tres cuentos de otoño, su primera pero no última incursión en el relato corto. Póstumamente se ha publicado Una casa en el desierto (Alfaguara 2021).

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