
Eder. Óleo de Irene Gracia
Javier Fernández de Castro
Cuando, en 2003, James Frey publicó unas memorias tituladas En mil pedazos (A Million Little Pieces), obtuvo un rotundo éxito de ventas en América, sólo superado por Harry Potter. Aprovechando el momento, Frey publicó al año siguiente Mi amigo Leonard (My Friend Leonard ), que era la continuación de la anterior y que fue asimismo un éxito de ventas.
Sin embargo, aquí y allá se habían ido alzando voces que acusaban a Frey de falsario, pues habría presentado como verídicos (o biográficos) unos hechos que en la realidad habían sido mucho menos dolorosos, heroicos y ejemplares de cómo él los pintaba. Pese a todo, probablemente la cuestión no hubiese pasado de una simple anécdota de no ser porque la divina Oprah Winfrey, que había sido una de las primeras y más encendidas entusiastas del supuesto descenso del joven Frey a los infiernos, se sintió ofendida por el engaño y le tendió a su antes protegido una alevosa trampa mediática: haciéndole creer que se hablaría de otra cosa le invitó a su multitudinario programa y millones de espectadores pudieron asistir al penoso espectáculo de un pobre tipo sentado en un sofá y viéndose obligado a confesar que sus supuestas memorias eran en realidad una invención con vistas a lograr que el texto resultase más vistoso y atractivo para el gran público.
En plena controversia James Frey publicó una tercera novela, Una brillante mañana (Bright Shiny Morning) que fue recibida con división de opiniones. Mientras que los críticos literarios del New York Times y de la revista People la ensalzaron (algún otro medio habló de “resurrección”), los responsables del Los Angeles Times opinaron que era una de las peores novelas que habían leído, mientras que el New Yorker la calificaba de “banal”.
Hay que agradecerle a James Frey el que, lejos de amilanarse por lo delicado de su situación, o lejos de buscar una componenda para contentar a todos, decidiese hacer frente a sus detractores con una novela como El último testamento que ahora publica Modadori , una continua y desvergonzada provocación que a muchas personas no les resultará fácil de leer, y mucho menos aceptar. Os preocupa la veracidad de lo que escribo, parece haberse dicho Frey mientras encendía el ordenador y abría un archivo provisionalmente titulado The Final Testament of the Holy Bible. Os preocupan la verosimilitud y el realismo. Queréis historias que podrían ser reales protagonizadas por alguien fácil de identificar y con quien podáis establecer una relación personal. Pues a ver qué os parece esta historia de un pobre diablo que malvive en los suburbios de Brooklyn y Queens y que se junta en los túneles del subsuelo neoyorkino con una banda fuera de la ley y que se está armando y fabricando armas con fines nada pacíficos. Un tipo que practica abiertamente la homosexualidad, que convive con una prostituta negra (a la que deja embarazada), y con la que no tiene problemas en montar fogosos tríos con otras mujeres. Un tipo que debería morir en las primeras páginas porque le cae encima un panel de vidrio cuando éste estaba siendo izado a un rascacielos en construcción provocándole heridas mortales de necesidad pero de las que se repone en contra de toda lógica. Un hombre que cura a los enfermos, que sana a quienes tienen el alma rota y que hace milagros mientras predica el amor, un amor más bien físico, pues quienes se benefician del mismo suelen tener prodigiosas erecciones y orgasmos antes de caer de rodillas por haber reconocido en él a Jesucristo. Verosimilitud. Realismo. Toma ya. Por si cupiera alguna duda, el libro se abre con una advertencia diciendo que habla de Ben Sión Avrohom, también conocido como el Profeta, el Hijo, el Mesías, Dios Nuestro Señor.
La historia de Ben Sión la cuentan trece narradores distintos que, todos en primera persona, ofrecen testimonio de su encuentro con él ( o Él), siempre en momentos sucesivos para que el lector sea testigo de su trayectoria completa desde el accidente en la obra hasta su muerte en un hospital para indigentes.
Con independencia de sus métodos en busca del éxito, no cabe duda de que James Frey es un narrador eficaz, y quien acepte su propuesta del nuevo Mesías va a tener numerosas ocasiones de ser llevado al límite de su capacidad como lector.
El último testamento
James Frey
Mondadori