
Eder. Óleo de Irene Gracia
Iván Thays
Ricardo Sumalavia
Hace unas semanas, Ricardo Sumalavia vino de Burdeos a Lima a presentar su novela Mientras huya el cuerpo, editada por Estruendo Mudo. Una novela híbrida que tiene un relato policial y, luego, la explicación del método de composición del mismo. Carlos Sotomayor lo entrevistó para su blog “Letra Capital”. Ahí confirma la apreciación de Carlos Calderón Fajardo sobre que esta es su novela más peruana a causa del exilio.
Aquí algunas preguntas:
?Se suele decir que una novela surge a partir de una una idea o imagen inicial, es ese sentido, cuál fue el disparador de Mientras huya el cuerpo.
Si he de partir de una imagen, creo que sin duda te diría la de un hombre atado a una silla. A partir de esta se pueden decir y escribir muchas cosas. Surgen muchas preguntas. Luego la presencia de un detective, y que fuera justamente él el hombre atado a esa silla, vino de una manera natural. Desde ya empezaba con el héroe en problemas, solo, en medio de una habitación abandonada, aguardando que alguien más, o nadie, decidiera su destino. De aquí la madeja va sola, para atrás y para adelante. A este sujeto se le iba la vida, su materialidad, su realidad, y con él la memoria de los otros. Yo tuve una necesidad de hablar de esos instantes, de hurgar en ellos, y así va apareciendo una investigación, policial de un lado, vinculado con el Perú de fines de los noventa, y otra en un sentido más amplio, analizando incluso las fichas antes de moverlas.
?¿En qué momento y cómo decides la estructura que finalmente tiene la novela?
Como sabes, la novela, luego del cuento policial que le da inicio, es una suma de fragmentos que buscan dar una explicación a cada elemento de ese cuento. Esto me llevaba a cierto caos, pues la novela también tiene como principio la dispersión, dejarme llevar libremente para encontrar la motivación última, a veces intelectual, otras íntima, personal, de cada pasaje. Por esa razón, después de todo ese rastreo, que pasa desde mis años de infancia en Barrios Altos, mis lecturas, mi formación como escritor, mi vida fuera del Perú, crímenes de mujeres apuñaladas en diferentes épocas, etc., se impuso la necesidad de darle una aparente coherencia, y que mejor que hacerlo desde el propio caos. De allí ese final como un torbellino.
(…)
?Apolo tiene de Apolinario; sin embargo, también tiene de ti, del autor. Como Flaubert, ¿de alguna manera tú eres Apolo y los demás personajes?
Es innegable que las nociones de identidad están en crisis, y esto no tiene por qué ser negativo, ni reciente. Creo que nos cuesta cada vez más fijar las coordenadas para saber quiénes somos y dónde estamos. Por esa razón, siempre me atrajo la idea de una construcción de la identidad a través de las palabras, que seas tu propia voz, o la voz, o las voces, que vas asumiendo en la escritura. Esto ya lo planteé en mi anterior novela, Que la tierra te sea leve. La idea de esas identidades mutantes que son una y todas a la vez. Y esta novela, Mientras huya el cuerpo, pasa lo mismo. Soy Apolo, Apolinario y cada uno de los personajes. Y cuando hablo explicitamente de mí, estoy también hablando de ellos.
(…)
?Carlos Calderón Fajardo decía en la presentación que ésta era tu libro donde el Perú estaba más presente. ¿El estar varios años fuera influye de alguna manera en esto?
En mi caso sí. La distancia me refrescó la memoria. Permitió que pudiera verme y redescubrirme en distintos momentos de mi pasado. Y en esta dinámica de reconocimientos, ver el Perú y hablar de él, que en realidad es ver y hablar del Perú que me tocó, muchísimo más localizado e íntimo, también correspondía para lo que yo quise contar. Hablar de Apolo y Apolinario es imposible sin un referente más amplio, así me los tenga que inventar completamente.