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Los fragmentos de Walter Benjamin

Por 13 de enero de 2009 Sin comentarios

Eder. Óleo de Irene Gracia

Iván Thays

Walter Benjamin en la Biblioteca Nacional (1939). Foto: Giselle Freund. Fuente: isgreaterthan Para quien ha leído Dirección única de Walter Benjamin, resulta obvio que el hombre vivía obsesionado por los detalles, aislados de todo contexto, y los fragmentos. Pero por si hacía falta una confirmación de esa obsesión por lo fragmentario, ahora aparece una obra monumental: Walter Benjamin´s Archive: Images, Texts, Signs editada en Nueva York y Londres. Se trata ni más ni menos que la publicación de los archivos de Benjamin, una reproducción en papel impreso de todo aquel inagotable, peculiar y ansioso acopio de pájaro que durante años realizó un escritor obsesivo por los detalles. Dice la nota de María Negroni en el suplemento ADN:De hecho, es así como Benjamin organiza sus referencias: apegado a las micrografías del deseo y a los alumbramientos de lo inesperado. Y después aplica la técnica del montaje y pasa revista a la moda, la publicidad, la arquitectura, la prostitución o la fotografía, es decir, a los datos del mundo, con su pobreza abyecta y su lujo insolente, sus fracasos y sus testamentos. Nada se le escapa, nada se le escurre de esa escena que lo fascina en la misma medida en que lo aterra. El resultado es un compendio de secretas afinidades. En uno de sus papelitos, por ejemplo, se lee: «Revolución y festival; distancia e imágenes; sueño soviético; intento de dar a todo un sentido; notas para una traducción de Proust; narrativa y curación; estilos del recuerdo; La boîte à joujoux de Debussy». En otro: «Haussmann y sus demoliciones; excursus sobre arte y tecnología; Marx y Engels sobre Fourier; París como panorama; Grandville, precursor de la gráfica publicitaria; cuerpo y figuras de cera; el Palacio de Cristal de 1851; estaciones de tren, afiches, iglesias: puntos en común». Imposible no pensar en un magazín de novedades. O más exactamente, en uno de esos pasajes parisinos que tanto le gustaban, donde los escaparates, realzados por la flamante iluminación a gas, semejaban las ménageries de los grandes circos, con sus jaulas vistosas y sus animales cautivos que teñían el entorno de un aire fabuloso. Para decirlo quizá con más claridad: en el paisaje mental benjaminiano, las obsesiones son siempre imanes. No importa qué forma tomen. Un sueño de Kafka, una gruta, un museo de juguetes, el anaquel de algún bouquiniste o la incesante indagación detectivesca de la ciudad moderna, todo se transforma para él en una invitación a pasearse por esos bulevares imaginarios donde el deseo se yergue sin objeto y el sentimiento general de abandono, a la manera de lo que ocurre en Noche transfigurada del alma de Schönberg, abre la imaginación como un bisturí.Más adelante, la periodista califica con enormísimo acierto todo este material como un «Arca de Noe personalizada» ¡Claro! El retrato de las obsesiones de todos los escritores no es sino eso, un arca de Noé personalizada. Qué enorme hallazgo el de Silvia Negroni:Quizá el rasgo más nítido de toda colección sea éste: en ella, lo que se busca es un encierro, una protección, un «ensoñadero»: uno de esos lugares que -como el museo, la biblioteca, el gabinete o el poema- permiten albergar descubrimientos, rarezas, piezas únicas, es decir, presuntas huellas de una experiencia auténtica. He aquí un escenario proclive a la acumulación y la privacidad, simultáneamente adicto a lo infinitamente minúsculo y a lo infinitamente inasible, con que el yo cuantifica su deseo, lo ordena, manipula y carga de sentido. Digamos que ese espacio -por grande o cívico que sea- le sirve, como un Arca de Noé personalizada, para desplegar los enigmas del cuerpo y la memoria, es decir, un mundo anterior, siempre ligado a la infancia y los juegos. No sólo eso. También le muestra, con claridad feroz, que su tarea es ciclópea y su afán, por fortuna, inalcanzable. ¿Qué sería una colección completa sino una colección muerta? Al querer esto y lo otro y lo de más allá, acicateado por el fantasma de la pérdida y la interrupción, el coleccionista entiende pronto que eso que le falta, como en la escritura, relanza el deseo. No hay placer más intenso que aquél que se sustrae.Como no compro en Amazon, y no empezaré este mes que es fatal financieramente para mí (espero que los congresistes liberen las CTS hoy o tendré mi propio crash), tendré que esperar bastante para leer este libro extraordinario a todas luces. Pero voy a rebuscar en mi biblioteca para encontrar Dirección única. Mentira, no debo rebuscar nada (era solo un efecto dramático, queridos lectores). Sé perfectamente cuál es el lugar donde guardo los libros que sospecho que nunca me cansaré de releer.

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Iván Thays

Iván Thays es escritor peruano (Lima, 1968) autor de las novelas "El viaje interior" y "La disciplina de la vanidad". Premio Principe Claus 2000. Dirigió el programa literario de TV Vano Oficio por 7 años. Ha sido elegido como uno de los esccritores latinoamericanos más importantes menores de 39 años por el Hay Festival, organizador del Bogotá39. Finalista del Premio Herralde del 2008 con la novela "Un lugar llamado Oreja de perro".

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