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Gustavo Nielsen, premio Clarín 2010

Por 13 de noviembre de 2010 Sin comentarios

Iván Thays

Gustavo Nielsen
El narrador argentino Gustavo Nielsen, a quien conocí hace décadas en el inolvidable e inesperado Mollina, ha sido ganador del Premio Clarín de Novela 2010 gracias a un jurado compuesto por  Juan Cruz, Rosa Montero y Edgardo Cozarinsky, junto al Editor General de Clarín Ricardo Kirschbaum y el Editor Adjunto de Revista Ñ , Jorge Aulicino. El premio se lo lleva con la novela La otra playa que, según dice la nota, cuenta:

la historia de dos matrimonios amigos que se reúnen para ver las diapositivas del viaje de vacaciones de una pareja en Brasil, que encontraron en unas valijas compradas en el Ejército de Salvación. Les inventan una historia, un pasado y un futuro. A partir de ahí, se abre un relato que combina el realismo con las historias de fantasmas. (?) Rosa Montero habló en nombre del jurado: ?La novela de Gustavo es más original que la media, es arriesgada, es atrevida. Está llena de intrigas y de sorpresas. Es de ungénero fantástico y con un tono sutil. Es una novela de una estructura magnífica, que te mete en un mundo que se va moviendo constantemente, en corrimiento?, dijo. Sólo la interrumpió el teléfono celular del ganador, que una y otra vez volvió a sonar.

Bajo el título ?Me atrae explorar lo siniestro? hoy Jorgelina Núñez lo entrevista para Revista Ñ. Dice:

¿Cuál fue el disparador de ?La otra playa?? Nace de una anécdota muy chiquitita, que me contó una chica, a la que se le había muerto el padre. Ella era nadadora y cuando en la pileta se iban todos, ella se quedaba haciendo la plancha, sintiendo que la tristeza le bajaba ahí y parecía que la iba a hundir. Había decidido dejar de nadar. Cuando me lo contó me dije ?Tengo que hacer algo para que esta chica siga nadando?. Ese fue el detonante, digamos. Pero en esa misma semana, estuve en la fiesta de unos amigos que habían comprado una valija de diapositivas en el Ejército de Salvación. Empezaron a proyectar, contra una medianera, esas fotos. Las imágenes registraban paso a paso un viaje que habían hecho dos personas. Todos nos pusimos a imaginarles una vida y de pronto caímos en la cuenta de que las películas eran de 1974 o 1976, que ellos no podían haber vendido esas fotos, que debían de haber muerto o desaparecido. Lo que era una fiesta se transformó en una depresión. Y yo sentí que recibía un mensaje de alguien que no estaba ahí. Entonces, me dije: ?Esto es un primer capítulo?.
¿Cómo juntó las dos cosas? Empecé a contarlas como historias paralelas, capítulo a capítulo. Pero después me pareció que era un artificio de best-séller. Resolví consolidar una historia, llegar hasta un momento en que el personaje se dijera ?Bueno, voy a ver quién es?, y entonces hacer un truco para enganchar la otra historia. Y hacerlo lo más rápido posible para mantener la atención del lector. Lo que tienen de bueno las novelas es la posibilidad de pulir y perfeccionar, de decidir qué no hay que mostrar. En esta novela los personajes son los que deliberadamente ocultan la historia.
Pero, ¿cuál es esa historia? Es difícil referir el argumento de La otra playa sin traicionar su naturaleza: el misterio que la constituye. Baste decir que en esa primera, notable escena, dos matrimonios amigos, Antonio y Marta, Sara y Zopi, se reúnen para comer y ver diapositivas del viaje de vacaciones de una pareja en Brasil. Les inventan un pasado y un futuro, los matices del vínculo. Antonio es fotógrafo y Zopi, periodista. Marta y Antonio tienen una hija adolescente, y como pareja atraviesan una crisis. El cree que no ama a Marta como ella lo ama a él. En su desasosiego, sale por la ciudad de Buenos Aires a sacar fotos. Persigue con la cámara a una chica que le resulta atractiva. Más tarde, se aleja unos días de su hogar para viajar con Zopi a una casa en la playa, donde le cuenta sus problemas. Ahí escucha ruidos, ve bultos que se mueven entre los yuyos mientras preparan el asado. Al día siguiente pasean por la costa y Antonio fotografía con insistencia a una niña. Luego sufre un ataque y balbucea una frase y un nombre: ?Gustavo?. Por otro lado, Gustavo es un escritor de novelas de fantasmas bastante neurótico, que está en la playa, adonde viajó para concentrarse y escribir. Es novio de Lorena, también fotógrafa, que vive con su madre viuda. La historia, a partir de lo que les ocurre a unos y a otros (que se ignoran por completo hasta la primera mitad de la novela), crece en espesor dramático. El resto? hay que leerlo.
¿Percibe una presencia de lo fantástico en lo cotidiano? Soy de los que no creen en nada, un ateo total que a veces cruza los dedos. Me creo hiperracionalista y, sin embargo, no lo soy. Me doy cuenta cuando percibo que me pasa algo que no alcanzo a definir. La escritura es el lugar en el que yo siento que se pueden hacer muchas cosas porque te permite una libertad total y donde el recurso a la fantasía no me parece para nada malo. A la vez, es un espacio casi sagrado, de autoindagación. Me interesa que ocurran sucesos extraordinarios y la literatura siempre te lo permite.
La suspensión de la incredulidad, de la que hablaba Borges.
Exacto. Desde los doce años, yo tengo algo que contar. Por suerte no sé qué es, porque así lo sigo contando. Tampoco quiero preguntarme demasiado, de ese modo consigo mantener el interés a través del suspenso. Yo soy incapaz de preciosismo literario, no tengo esa virtud; soy arquitecto, no un hombre de letras. Por eso entretener me parece una cosa muy importante en la literatura. Los libros que me marcaron, Madame Bovary , por ejemplo, Pastoral americana de Philip Roth, Desgracia de Coetzee o El entenado de Saer , además de provocarme muchas cosas, también me entretuvieron enormemente. A mí me gustaría ser de ese club, ese tipo de escritor.

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Iván Thays

Iván Thays es escritor peruano (Lima, 1968) autor de las novelas "El viaje interior" y "La disciplina de la vanidad". Premio Principe Claus 2000. Dirigió el programa literario de TV Vano Oficio por 7 años. Ha sido elegido como uno de los esccritores latinoamericanos más importantes menores de 39 años por el Hay Festival, organizador del Bogotá39. Finalista del Premio Herralde del 2008 con la novela "Un lugar llamado Oreja de perro".

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