Héctor Feliciano
Prefiero no escribir sobre lo más obvio, la nueva encuesta realizada por el New York Times que indica que Obama se le vuelve a adelantar a McCain, 48% a 43%. La misma tranquiliza a muchos demócratas pues regresa a las mismas cifras de mediados de agosto, previas a los congresos de los dos partidos. No quiere decir que Obama no encontrará dificultades para ganar, sólo que puede ser que gane.
Para escribir de otra cosa, sería interesante mencionar el dinero en la campaña. Hoy conversé con Gabriel Guerra Mondragón, nombrado embajador en Chile por Bill Clinton de 1994 a 1998 y uno de los grandes recaudadores de fondos, primero, para la campaña de Hillary Clinton y, hoy, para la de Obama.
La política en los Estados Unidos cuesta dinero. Si tomamos en consideración los fondos invertidos en las primarias de ambos partidos y le agregamos los de las elecciones generales hasta noviembre se calcula llegar, por primera vez, a los $1.000 millones.
Estas sumas se gastarán, sobre todo, en la publicidad -en TV y radio-, en las campañas de inscripción de votantes, en la movilización del día de las elecciones, en viajes, en llamadas telefónicas, en mantener personal y oficinas permanentes en los 50 estados y etcétera.
La recaudación de fondos la rige hoy la ley McCain-Feingold, impulsada por el senador McCain hace unos años. En ella, el candidato puede acogerse al financiamiento público -$85 millones a la campaña- o renunciar y recaudar, por su cuenta, el dinero que quiera y pueda.
McCain se acogió a las bondades de su propia ley y ya recibió el dinero. Y, ahora, no tendrá que preocuparse demasiado en perder tiempo de campaña en buscar dinero.
Obama, a pesar de haber prometido anteriormente acogerse a los fondos públicos, se desdijo y optó por arriesgarse a conseguir mayor cantidad de dinero por su cuenta. Es cierto que, a juzgar por el mes de agosto, un mes lento para recaudar dinero, Obama no deberá encontrar dificultades, pues consiguió reunir $66 millones, entre donaciones por internet y otras cosas, lo que es un récord mensual absoluto para una campaña. Pero, esa tarea permanente de cenas y desayunos y almuerzos recaudando fondos le quitará tiempo de sus preciadas horas de campaña.
La nueva ley ha creado dos formas de financiamiento -al candidato y al partido- en principio estancos separados uno de otro. La primera forma impone límites a la cantidad que un particular puede donar a un candidato -$2.300 en las primarias más $2.300 en la elección nacional. Es decir, $4.600 en total por persona. Y, no más.
La otra forma de financiamiento se realiza con las donaciones hechas a cada partido. Pero, este dinero sólo puede ser administrado y dirigido a la campaña nacional del partido y no a la del candidato presidencial. Su máximo es de $28.500 por persona. Por si no lo sabíamos, la ley prohíbe, además, los donativos empresariales.
La campaña de Obama reúne a sus grandes recaudadores en un Comité Nacional de Finanzas, cuyos miembros invitados se comprometen a recaudar $250.000 o más y al cual pertenece Gabriel Guerra Mondragón. Para recaudar su cuota, Guerra Mondragón busca gente, llama por teléfono, tira una red amplia y encuentra particulares que donen desde $5 hasta $2.300. Y, además, puede, siempre por separado, recaudar dinero para el Partido Demócrata. Como miembro del comité, Guerra se reúne semanalmente o recibe llamadas de puesta al día de la sección nacional, la regional y la hispana.
La campaña de Obama le ha otorgado importancia a los hispanos en estas elecciones, pues, por primera vez, se ha reunido a todos los grandes recaudadores hispanos en un Consejo Nacional de Finanzas Latino. Sus miembros se comprometen a recaudar $100.000 que se emplearán, sobre todo, en los campos de batalla de Colorado, Nevada, Nuevo México y Florida. A ver qué resulta.