Francisco Ferrer Lerín
Leía por enésima vez el cuento “Del rigor en la ciencia”, ese fake magistral que establece la relación 1 por 1 entre un mapa y el territorio descrito. Ese breve cuento que comienza ‘En aquel Imperio, el Arte de la Cartografía logró tal Perfección…’ y que su autor, Jorge Luis Borges, concluye con la referencia a la fuente, al libro cuarto, capítulo XIV, de los Viajes de Varones Prudentes de Suárez Miranda, publicado en 1658, en Lérida. Mas algo gravísimo sucede, una descarga neuronal de inusitada potencia, un despertar de gran brusquedad que me arroja de la cama, que me obliga a levantarme dolorido del suelo y, en el lóbrego pasillo que conduce a mi despacho, contemplar la irrupción atroz, en imágenes holográficas, de una reproducción del sueño; la página 136 de la Historia Universal de la Infamia, tercera edición (1978) en El Libro de Bolsillo de Alianza Emecé, donde una errata bárbara, inmisericorde, transforma el topónimo, muta el diáfano ‘Lérida’ en el viscoso ‘Lleida’.