Francisco Ferrer Lerín
Cuenta Hélinand de Froidmont que un soldado llamado Gontran se durmió en el campo con la boca abierta, saliendo de ella una bestia blanca parecida a una comadreja que se fue directamente a un arroyo que estaba allí cerca. Al verla, un hombre de armas que subía y bajaba por la orilla para encontrar un paso le hizo un pequeño puente con su espada, por el cual la comadreja, que en realidad era un armiño, atravesó la corriente perdiéndose a continuación entre la maleza. Poco después, el hombre de armas lo volvio a ver y le hizo de nuevo un puente con su espada. El animal cruzó por segunda vez y regresó a la boca del durmiente. Despertose este entonces y preguntándole sus compañeros si había soñado contestó que se hallaba fatigado y molido como de un largo viaje y que le parecía haber pasado con dificultad dos veces sobre un puente de hierro. Levantose entonces y se puso a caminar por la orilla del arroyo, donde ayudó con su espada a una comadreja blanca a cruzar por dos veces las aguas. Al fin también él logró cruzar y se encaminó al pie de una colina donde buscó el tesoro en el lugar en el que en su sueño lo había desenterrado, pero el tesoro no estaba ya allí, alguien se le había adelantado.
[Ricardo de la Espesura, Vanas advocaciones y glosario de imperfectos, Librería Extranjera de Denné y Compañía, Madrid, 1838].