Si tu esposa acaba de encontrarte en la cama con otra, o tu jefe te ha pillado diciendo que es un ogro negrero, o si en general todo el mundo te encuentra insoportable, no te preocupes. Hay una solución: inscríbete en una clínica de rehabilitación.
Al menos, a las estrellas parece funcionarles. Isaiah Washington, el actor de Grey’s Anatomy, tuvo la delicadeza de llamar “maricón” a uno de sus compañeros de reparto. Y después, por si alguien no había oído bien, lo repitió en la ceremonia de los Globos de Oro. Ante el escándalo público, anunció que entraba en una clínica de rehabilitación para reflexionar y ser una mejor persona.
Y no es el primero, ni el último. Michael Richards, el popular Kramer de la serie Seinfeld, le gritó a un asistente a su espectáculo “negrata”. Luego le dijo “¿Qué pasa? ¿Me van a arrestar por llamarle negrata a un negrata?” y continuó: “hace cincuenta años en este país te habríamos colgado de un tenedor en el culo”. Todo quedó grabado en los teléfonos de otros miembros del público. Cuando su carrera se venía abajo por el escándalo racista, Richards anunció que entraba en rehabilitación para reflexionar y ser una mejor persona.
¡Y Mel Gibson! Guapo, espiritual y católico hasta la médula, el hombre perfecto, se despachó con una andanada de insultos antisemitas tras ser detenido por conducir ebrio. Cuando trascendieron sus palabras, anunció que eso había sido producto del alcohol y que entraba en rehabilitación.
Por supuesto, eso no significa que asistan. Lindsay Lohan se inscribió para curar su alcoholismo en una clínica tan cara que se llama Wonderland. Entró hace diez días y salió hace tres. El anuncio público sirve siempre para mostrarse arrepentido y que la gente sepa que te lo tomas en serio. Luego puedes hacer lo que quieras.
Y sin embargo, si realmente estás arrepentido de tus palabras, y por lo tanto de tus siniestros pensamientos, si eres conciente de que odias a personas por su origen, raza o preferencias sexuales, si sabes que esta mal pero no puedes evitarlo y te gustaría desaparecer de la faz de la tierra a todos los que son diferentes que tú –o peor aún, a los iguales que tú- ya sabes: una clínica de rehabilitación es la mejor y, quizá sea la única, manera para curarte de ti mismo.