-Buenos días, he venido a ofrecerle el mejor divorcio que el dinero puede comprar.
El hombre ante mí usa una sonrisa igual a la de miles de vendedores de aspiradoras. Y sin embargo, algo en él me resulta vagamente familiar. Quizá sea su pelo engominado, o el pie que pone en el marco de la puerta para que no se la cierre. Súbitamente, creo reconocerlo. Le pregunto:
-¿Usted no es Namor Adenip, el vendedor de sepulcros?
-No, soy Namor Adenip, abogado. Antes estaba en el ramo funerario, es verdad, pero esto es más rentable.
-Así que ya no vende tumbas.
-No. Ahora vendo divorcios. Y créame: usted necesita uno. Sé reconocer a un cliente cuando lo encuentro.
-¿Y qué le hace pensar que yo…
El abogado saca de su maletín una revista Penthouse y despliega el poster central frente a mis ojos. Una rubia desnuda se extiende ante mí. Antes de que yo siga hablando, él dice:
-Según un sondeo encargado por mi bufete, el 10% de las mujeres están así de guapas. Y el varón medio soltero tiene entre dos y cinco amantes cada año. En consecuencia, a lo largo de una vida sexual normal, usted potencialmente compartirá cama con un rango variable de entre seis y quince mujeres como ésta. Pero sus posibilidades se reducen a cada año de matrimonio. Así que ¿Qué espera?
-Pero a mí me gusta mi mujer.
-Eso ahora, pero conforme pasen los años, ya se sabe. La rutina, la costumbre, el cansancio. Un día se levanta usted y ya no tiene próstata. Entonces, todo se acabó. Y habrá perdido el contacto carnal de al menos seis chicas dignas de la página central. Es muy triste.
-Oiga ¿No es un poco machista esta campaña?
-Por supuesto que no. Somos un bufete con perspectiva de género. Tenemos otra promoción de divorcios para damas. Quizá su señora esté interesada.
-La verdad, preferiría no tener que ofrecérselo.
-Ya sé lo que le molesta: la burocracia. Pues tengo el producto que usted busca: el divorcio exprés. Incluye un servicio de mensajería para que usted no tenga ni que moverse de su casa. Tan sólo le traemos los papeles y usted firma.
-No es eso. Es que esto me parece, no sé, un negocio un poco inescrupuloso.
-Entiendo: objeciones de conciencia. Ningún problema. Podemos conseguirle la nulidad matrimonial. Es un producto especial para católicos. Necesitamos que certifique que usted nunca consumó el matrimonio y listo. Es un poco más caro, pero vale la pena. Incluso le ofrecemos una nulidad matrimonial exprés, por un plus, claro.
-No sé, deme un tiempo, déjeme pensarlo ¿OK? Deme una tarjeta y yo lo llamo.
-Muy bien. Le dejaré dos, porque si convence a otra pareja de divorciarse, le hacemos un descuento del 25% en su factura. No me dirá que no es genial.
-Es… muy interesante, sí.
-Y recuerde nuestro lema: “La vida es corta. Divórciese.”
El vendedor se va. Después de dudarlo un rato, yo guardo su tarjeta. No es que quiera usarla, pero quién sabe un día. El divorcio es un momento de la vida muy especial, como el matrimonio. Tienes que asegurarte de que sea una experiencia inolvidable y, sobre todo, de compartirlo con gente como Adenip, que te quiere y te comprende.