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Blogs de autor

El dulce olvido

Por 9 de abril de 2007 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Hace un par de semanas, el blogger "Rostro Pálido" me escribió:

“Vaya, con lo que me costó aprenderme tu apellido…
Ahora, a ver cómo lo olvido.
Me temo que es más difícil de olvidar que de aprender.”

La propuesta de Rostro Pálido me pareció una excelente idea, así que decidí adoptarla. A lo largo de mi vida, mi apellido ha sido una fuente inagotable de malentendidos, problemas burocráticos y bromas pesadas, de modo que resolví deshacerme de él.

Olvidarlo tomó una semana de esfuerzos, pero ahora que lo he conseguido, me siento ligero de equipaje, libre. Algunos días respondo al nombre de García o López, apellidos sencillos y amables que no plantean mayores dificultades. Pero también esos apellidos se me olvidan, y son reemplazados por otros de más categoría como Barandiarán de la Vega o incluso De la Piedra y Pómez. Algunas mañanas –cuando me despierto autóctono y salvaje- me apellido Bramaphutra.      

El olvido dio tan buenos resultados en este ámbito que decidí aplicarlo a otros sectores de la vida cotidiana. Olvidé que soy escritor, por ejemplo, y empecé a dedicarme a las finanzas internacionales, un sector mucho mejor remunerado y con más perspectivas de futuro. Olvidé que no sé conducir un auto, y ahora llevo un BMW descapotable.

También han desaparecido de mi memoria los momentos tristes. Ahora, cuando pienso en el pasado, sólo llegan a mi recuerdo los partidos de fútbol ganados, los libros que sí me gustaron y las chicas con que tuve una relación bonita desde el principio hasta el final.

Esto último sí que es un problema, porque normalmente, las relaciones tienen momentos buenos y momentos malos, así que mi pasado ha quedado como un rompecabezas al que le faltan piezas o trozos enteros. Por ejemplo, de mi primera novia recuerdo el descubrimiento de los besos y el cosquilleo en el bajo vientre, pero no sé qué ocurrió después, ni cómo desapareció de mi vida.

Tampoco tengo memoria de mi primer polvo, pero albergo gratos recuerdos del segundo, del cuarto y del séptimo. Me preocupa que a partir de entonces haya un vacío hasta el vigésimo cuarto, pero afortunadamente, esa temporada coincide con mi relación con una chica que de todos modos no fue memorable.

De tanto olvidar, he olvidado incluso a mis amigos actuales, a los que vuelvo a preguntarles siempre las mismas cosas. Y también he olvidado a mi esposa. Eso no está mal, porque cada noche es como si durmiese con una amante diferente. Y a ella, sospecho, también le divierte. Esta mañana me ha dicho:

-Últimamente, me das cada beso como si fuera el primero.

Linda frase. Lástima que ya la haya olvidado.

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