
Eder. Óleo de Irene Gracia
Eduardo Gil Bera
Se producen en este instante cientos de miles de nuevas entradas en medios de internet que se ven decepcionadas por el nulo caso que les hace la red. Para aplacar la frustración, vuelven a la carga. Y estando cada cual sumido en esa ocupación absorbente, no oye el ruido incontable del resto de público reticulado.
Siempre sorprende Le devin du village, la ópera de Rousseau. Más que nada, porque siempre se olvida que fue mucho mejor músico que escritor.
Observación de un fraile de hace mil años. Escribía Bernardo de Claraval en ‘De Consideratione’
Ubi omnes sordent unius fetor minime sentitur
Donde todos están sucios, difícilmente se percibe el hedor de uno.
Valdría para muchas cosas, pero él se refería al barullo de jueces, procuradores y abogados que se pisan la toga, espectáculo de vigencia sempiterna.
Flaubert en una carta:
Ser estúpido, egoísta y tener buena salud, he ahí las tres condiciones requeridas para ser feliz. Pero si falta la primera, nada que hacer.