
Eder. Óleo de Irene Gracia
Eduardo Gil Bera
Había una vez en el país de Us un hombre llamado Job, sencillo, cabal y temeroso de Dios. En la primavera de 1928, Joseph Roth decidió que ese inicio, padre y modelo de todos, sería el suyo y concibió su novela “Job”. Enseguida escribió a Félix Bertaux: “Trabajo en mi nueva novela. Será una sensación y me haré de un solo golpe rico y famoso”. Y fue verdad, salvo de lo rico, que ahora importa poco. Resolvió el principio, siempre tan importante, y dejó para luego el milagro. Hay en Job tanta riqueza que ha dado abasto a sus lectores durante milenios, y seguirá haciéndolo mientras siga la vida inteligente sobre esta tierra.
Hay un motivo que se repite hasta tres veces en el primer capítulo del libro de Job. Sólo escapé yo para traerte la noticia. Siempre me ha parecido que esa interpelación contiene toda la literatura posible. Sólo yo y una noticia para ti. ¿Qué más hace falta? Nada, salvo lápiz, papel y goma de borrar, como dijo aquel cazador acomplejado en todos los continentes por la ficción trágica y risible de si sería lo bastante macho.
Leo otra vez Pastoral iraquí, de Baltasar, y sigo sorprendido. Sabíamos del editor, del articulista y del comunicador, pero no esperábamos al novelista, y menos al de largo aliento. Y eso que la novela se la suponemos fatalmente y con escasa duda a todo humano letraherido que nada, corre y vuela, por no mencionar a los que están quietos, que llevan más de una y van a reincidir hasta el amanecer.
Ésta sucede durante una guerra reciente en la tierra antiquísima de Job y Gilgamés, y tanta ambición no puede ser casual. Contiene la peripecia de un hombre que aprende a rezar, y a llegar al corazón de las tinieblas, y a mentir al prójimo como a sí mismo, y la de muchos otros que se han perdido en una guerra narrada en un ambiente febril que recuerda en algún trazo sudoroso y sofocante al que habita en los grandes folletines de crímenes y castigos. Dijo el estoico Marco Aurelio que la vida es como guerra en país extranjero, y todos esos hombres han escapado solos para darnos la noticia.