Lenguaje y conducta económica
Un estudio de la Business School CEIBS de Shanghai demuestra que la forma de nombrar el futuro influye en la tendencia al ahorro o al endeudamiento de las personas, las empresas y los países. La diferencia oscila entre el cinco y el treinta por ciento más de ahorro allá donde predomina el presente con valor de futuro (“mañana vamos”) que donde, en cambio, se conjuga el futuro propiamente dicho (“mañana iremos”).
El profesor Cheng, de la universidad de Yale, como hijo de emigrantes chinos criado en EEUU, ha comparado la forma de conjugar el futuro de un centenar de lenguas y la divide en ‘weak’ o ‘strong’, según sea del tipo “mañana vamos”, que correspondería al chino de sus padres, o de “mañana iremos”, que sería el inglés. En su tabla, el chino, el japonés o el alemán serían de futuro ‘débil’, o sea, nombrado mediante el presente, mientras el coreano, el francés, el español o el inglés, serían de futuro ‘fuerte’, es decir nombrado con su conjugación específica.
La explicación aventurada es que, para los hablantes de futuro ‘débil’, éste se encuentra ya en el presente, así que ahorran y son prudentes. Los hablantes de futuro ‘fuerte’, en cambio, lo distinguen como algo venidero y, en el fondo, irreal, así que ahorran menos y se endeudan más fácilmente.
Aunque pueda objetarse que la diferencia es mucho menos estricta que la aparentemente demostrada por las tablas de conjugación (la equivalencia entre "mañana vamos" y "mañana iremos" es patente en el uso de muchas lenguas, como las romances, consideradas con futuro ‘fuerte’), creo que la explicación, más que en una comprensión diferente del futuro, radica en el porqué de la invención de ese tiempo verbal.
El futuro se inventó para las leyes y sus derivados allendistas y religiosos. Por ejemplo, en muchas lenguas indoeuropeas, se puede ver que el futuro tiene una formación sigmática temática a partir del presente. O sea, es un presente matizado por el deseo, el temor, la amenaza, el mandato… El futuro expresa un estado visto desde el presente y considerado de antemano como realizado, es la forma que corresponde a la ley, la religión y sus mandamientos, porque, en su invocación mágica, el tiempo que separa al hablante del momento en que el hecho se realizará es cero. Según esto, el hablante de futuro ‘fuerte’ tendría un presente más fatalista. El ya se encuentra endeudado por otra instancia anterior y más poderosa; el ahorro y el endeudamiento tendrían a sus ojos una relevancia menor.