
Eder. Óleo de Irene Gracia
Eduardo Gil Bera
Como saben los aficionados, Ariel es un nombre archihebreo, tanto que la multitud de expertos que lo han visitado han evacuado otras tantas hipótesis sobre su significado, que van desde “león de Dios”, explicacion ingeniosa aunque disparatada, hasta “fogón del sacrificio”, nombre antiguo de Jerusalén, o nombre de persona o estirpe. Y en ésas estábamos, cuando la vieja marca de detergentes no ha tenido mejor idea que celebrar el mundial futbolero con un paquete especial de 88 dosis y un remedo de la camiseta de la selección alemana. Intolerable, claro. Primero que, según juran, ariel le suena a “arier” a todo alemán como es debido, lo cual le causa honda aflicción, aunque él no sabía nada. Luego, que 88, como nadie ignora, viene a ser HH, ¿por qué? a ver, ¿cuál es la octava letra del asnalfabeto ostrogodo? la H, ergo dos ochos será… HH ¿Helenio Herrera? ¡No! Heil Hitler, hombre de Dios! ¡Qué horror! ¡Y qué malicos se han puesto los tuiteros alemanes de buena voluntad! Se han escandalizado e indignado tanto que el fabricante ha mandado recoger todos los paquetes de detergentes racistas, innombrables, genocidas, holocáusticos y causantes de gran sufrimiento a la población de buena voluntad aunque nunca supo nada. Y lo peor es que, además, los paquetes tenían letras de colorines que, aquí recojan a la infancia y presérvenla del horrísono concepto, ¡hablaban de limpieza! Qué espanto, aunque nosotros no sabíamos nada. En fin, la vocera de la empresa fabricante ha pedido perdón y jurado por la puerta de Brandenburgo que ha sido un lapsus inexplicable, que serán buenos y que no harán holocaustos nunca más.