El género de las dedicatorias conviviales
que son las que invitan al lector a una degustación tuvo su momento célebre con Du Bellay:
Este librito, lector, que te damos ahora tiene a la vez gusto de hiel y miel, con sal. Si le parece bien a su paladar, te invito: para ti está puesta la cena. Si no es así, por favor, vete. No te quería llamar a cenar.
que dio dos emuladores: el refinado, tipo Montaigne:
Mira un libro de buena fe, lector […] Así que, lector, yo mismo soy materia de mi libro; no es razón que gastes tu tiempo libre en un tema tan frívolo y tan vano.
y el del pie o casi patacabra de la letra, tipo Caesar, el primer traductor alemán de Huarte y Cervantes que puso en la portada del primer Quijote alemán:
Cómprame y léeme, si te arrepientes, cómeme, o te pago.
este traductor, bastante adánico y que ocultaba su nombre tras un anagrama, no disponía de diccionario y hacía lo que podía, pero con todas las arbitrariedades y amputaciones, don Quijote pareció admirable en su versión.