
Eder. Óleo de Irene Gracia
Eduardo Gil Bera
Ha aparecido maquillada y sin la trenza de los capítulos anteriores para decir que se presenta al campeonato presidencial. Sus críticos ya denunciaron su estudiada aparición sin maquillaje en la plaza Euromaidan. Parece que los votantes aún la quieren menos que al boxeador Klitschko, y andan los dos rondando el ocho por ciento de incondicionales. El rey del chocolate y la televisión, Proschenko, que financió el jolgorio naranja antaño y la madianía hogaño, aún no se ha apuntado al concurso, pero ya tiene más partidarios que los dos tempraneros juntos. Quizá ni siquiera se apunte y se limite a dirigir el cotarro.
A Julia, muchos la ven como parte de la sempiterna oligarquía, y a Klitschko, como al típico actor que quiere hacer de presidente. De momento, ya ha anunciado que no va a pegarle un tiro a Putin, ni a quemar Rusia, como dice que hará Julia. Tampoco se volvió, dice, ucraniano de mayor, como Julia, que fue el siglo pasado morena y monolingüe prorrusa y de las juventudes comunistas y lo que te rondaré. En fin, que parecen pasar muchas cosas, pero cualquiera sabe si no serán todo el rato las mismas.